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Diccionario_Biblico

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salvaba su vida de momento. Las ciudades de refugio no habían sido instituidas para ventaja de<br />

los criminales, sino para proteger a los homicidas involuntarios, por causa de imprudencia (Nm.<br />

35:22-25).<br />

En caso de que la muerte hubiera tenido lugar con premeditación, se daba muerte al criminal,<br />

incluso si se aferraba a los cuernos del altar (Éx. 21:14; cp. 1 R. 2:28-34).<br />

El homicida que buscaba asilo en la ciudad de refugio era juzgado. No podía ser condenado a<br />

muerte más que por la acusación de dos testigos concordantes, como mínimo (Nm. 35:30; Dt.<br />

17:6). Si era culpable de homicidio voluntario, no podía librarse mediante ninguna compensación<br />

económica (Nm. 35:31); era entregado al vengador de la sangre, que le daba muerte (Nm. 35:19;<br />

Dt. 19:12). Si era absuelto, tenía derecho de asilo en la ciudad de refugio, pero tenía que<br />

permanecer allí hasta la muerte del sumo sacerdote. (Véase CIUDAD DE REFUGIO).<br />

Bajo la legislación mosaica, se había enunciado el principio de «ojo por ojo, diente por diente»<br />

(Mt. 5:38; Éx. 21:24). Este principio establece que la pena tiene que ser proporcional a la ofensa.<br />

La justicia es el principio rector en la retribución punitiva. No podía darse lugar a una exaltación<br />

de la venganza, con castigos grandes a ofensas nimias, pero tampoco debía darse por justo al<br />

culpable ni dejarlo sin castigo (Dt. 19:11-13, 18-21).<br />

Bajo la dispensación de la gracia el cristiano actúa bajo otro principio: siendo que es un objeto de<br />

gracia, tiene también que actuar en gracia hacia los demás. Al cristiano se dirige la<br />

amonestación: «No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios,<br />

porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor» (Ro. 12:19; Ap. 6:10; 19:2).<br />

Ahora es el día de la gracia. Pero se avecina un día de venganza para aquellos «que no<br />

conocieron a Dios, ni obedecen el evangelio de nuestro Señor Jesucristo» (2 Ts. 1:8). El deber<br />

del cristiano de no vengarse no se enfrenta en absoluto con el ejercicio del gobierno de Dios,<br />

delegado en magistrados humanos, que derivan su autoridad de la de Él, en la represión y castigo<br />

de los crímenes. Este principio se reafirma en el NT, porque la autoridad «no en vano lleva la<br />

espada, pues es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo» (Ro. 13:4).<br />

(Véanse CASTIGO, JUSTICIA.)<br />

544<br />

nom, HON<br />

tip, BIOG HOMB HOAT<br />

vet,<br />

Un miembro de la tribu de Rubén, hijo de Pelet, comprometido al principio en el motín de Coré<br />

(Nm. 16:1). Se considera que él se separó de los rebeldes, evitando así el castigo de la ira divina.<br />

nom, HONDA<br />

tip, UTEN EJER<br />

vet,<br />

(heb. «gelah»).<br />

Sencilla arma para lanzar piedras. Se podía hacer fácilmente con un trozo de cuero con un<br />

pequeño agujero en el centro, y uniendo una tira de cuero o una trenza de lana a cada extremo.<br />

Se ponía una piedra en el agujero de la pieza de cuero y, haciéndola girar velozmente, se dejaba<br />

ir una de las dos tiras o trenzas de lana, con lo que la piedra salía despedida con gran fuerza.<br />

Era arma de pastores, para mantener a raya a animales como los lobos. David usó una para abatir<br />

a Goliat (1 S. 17:40, 50).<br />

Había honderos muy diestros, que «tiraban una piedra con la honda a un cabello, y no erraban»<br />

(Jue. 20:16).

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