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Diccionario_Biblico

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(C) El término inmortalidad, cuando se refiere al hombre, es aplicado al cuerpo resucitado, no al<br />

alma (1 Co. 15:53 b). Es el cuerpo corruptible lo que se corrompe y disuelve, y es el cuerpo lo<br />

que necesita llegar a la incorruptibilidad e inmortalidad. En cuanto al alma, si bien conoce «la<br />

muerte espiritual», no deja de existir, ni en este mundo ni en ultratumba. Se puede decir, así, que<br />

el hombre recibe:<br />

(I) a partir del comienzo de su vida, con su alma, la existencia sin fin;<br />

(II) con el nuevo nacimiento, en su espíritu, la vida eterna;<br />

(III) en la resurrección, en su cuerpo, la inmortalidad.<br />

(D) Es también indudable que los ángeles son espíritus llamados a una vida sin fin.<br />

La Escritura no habla de la inmortalidad limitada al alma, sino del hombre creado a imagen y<br />

semejanza de Dios. El creyente ya tiene ahora la vida eterna (Jn. 5:24; 17:3); a su muerte, su<br />

alma pasa a la presencia del Señor (1 Co. 5:3; cfr. 2 Co. 12:2), gozando conscientemente de su<br />

compañía (cfr. Lc. 16:22-25); en la resurrección, su cuerpo recibirá la inmortalidad prometida (1<br />

Co. 15:53 b). (Véanse ALMA, CIELO, CASTIGO ETERNO, RESURRECCIÓN, MUERTE.)<br />

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Bibliografía:<br />

Anderson, Sir R.: «Human Destiny» (Pickering and Inglis, Londres s/f);<br />

Boettner, L.: «La inmortalidad» (Ed. Clíe, Terrassa, 1976);<br />

Lacueva, F.: «Escatología II» (Ed. Clíe, Terrassa, 1983);<br />

Pentecost, D.: «Eventos del Porvenir» (Ed. Libertador, Maracaibo, 1977).<br />

nom, INMUNDICIA<br />

tip, LEYE<br />

ver, LEPRA, LEPROSO<br />

vet,<br />

La Ley establecía una distinción entre la pureza legal y la santidad (Lv. 10:10). Un animal, por<br />

ej., es limpio o inmundo, lo cual no implica ninguna idea de santidad o de pecaminosidad. La<br />

impureza legal, si era adquirida involuntariamente, no era equiparada a una falta moral. La<br />

impureza provocaba la exclusión del santuario (Lv. 7:20, 21) y de la comunidad, pero no<br />

interrumpía la relación con Dios mediante la oración.<br />

Las prescripciones que definen la impureza son frecuentemente reforzadas por la orden: «Seréis<br />

santos, porque yo soy santo» (Lv. 11:44, 45). Al guardarse de las impurezas, el israelita se hacía<br />

consciente de que había sido apartado para servir al Señor. La impureza legal era símbolo del<br />

pecado. La Ley distinguía además entre lo físicamente propio y la pureza ceremonial o legal. La<br />

higiene era necesaria para la salud y la vida comunitaria de los israelitas con independencia de<br />

las demandas ceremoniales. Pero la idea fundamental es que los hijos de un Dios santo tienen<br />

que alejarse de toda contaminación espiritual y física, para acercarse al Señor debían buscar esta<br />

doble purificación (Éx. 19:10-11, 14; 30:18-21; Jos. 3:5).<br />

Causas de la impureza ceremonial:<br />

(a) Contacto con un cadáver (Nm. 19:11-22). Esta infracción era la más grave, por cuanto se<br />

relacionaba con la consecuencia última del pecado (la muerte del hombre, la disolución del<br />

cuerpo). La contaminación contraída hacía inmunda a la persona durante siete días, y sólo podía<br />

ser levantada mediante el agua de la purificación. La manipulación de las cenizas de la vaca<br />

alazana, necesarias para la preparación de esa agua, hacía que el sacerdote fuera impuro hasta la<br />

noche (Nm. 19:7-10); el contacto con un hombre inmundo también contaminaba (Nm. 19:22).

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