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Diccionario_Biblico

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se levantaban (Hch. 9:7). Una voz saliendo del resplandor dijo en hebreo: «Saulo, Saulo, ¿por<br />

qué me persigues? Dura cosa te es dar coces contra el aguijón» (Hch. 26:14). Saulo le dijo:<br />

«¿Quién eres, Señor? Y el Señor dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues» (Hch. 26:15).<br />

«Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer» (Hch. 9:6; 22:10). Los<br />

compañeros de Pablo oyeron algo (Hch. 9:7), pero sólo él entendió lo que la voz decía (Hch.<br />

22:9). La luz dejó ciego a Pablo. Así, entró en Damasco conducido por la mano, y fue llevado a<br />

la casa de un cierto Judas (Hch. 9:11), donde estuvo tres días sin ver, y sin comer ni beber.<br />

Estuvo orando (Hch. 9:9, 11), tratando de comprender el significado de lo que le había sucedido.<br />

Al tercer día, el Señor ordenó a Ananías, cristiano de origen judío, que se dirigiera a Pablo y que<br />

le impusiera las manos para que recobrara la vista. Ananías dudaba, porque temía al perseguidor.<br />

El Señor le dio seguridades, revelándole que Pablo había sido advertido por una visión, y<br />

Ananías obedeció. Saulo confesó su fe en el Señor Jesús, recobrando la vista y recibiendo el<br />

bautismo. Con su energía característica, y para confusión de los judíos, se puso de inmediato a<br />

proclamar en las sinagogas que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios (Hch. 9:10-22).<br />

En Hechos se dan tres relatos de esta conversión: el relato de Lucas (Hch. 9:3-22); el de Pablo a<br />

los judíos (Hch. 22:1-16), y por último su testimonio ante Festo y Agripa (Hch. 26:1-20). Los<br />

tres registros concuerdan entre sí, aunque cada uno de ellos remarca unos detalles que no<br />

aparecen en los otros. El narrador tiene en cada caso un propósito diferente. En las epístolas,<br />

Pablo hace frecuente alusión a su conversión, que él atribuye a la gracia y al poder de Dios (1<br />

Co. 9:1, 16; 15:8-10; Gá. 1:12-16; Ef. 3:1-8; Fil. 3:5-7; 1 Ti. 1:12-16; 2 Ti. 1:9-11). Así, los<br />

testimonios más convincentes dan prueba de esta conversión. Así, es cierto que no sólo se dignó<br />

Jesús dirigir la palabra a Saulo, sino que se le apareció (Hch. 9:17, 27; 22:14; 26:16; 1 Co. 9:1).<br />

La forma de Su aparición no nos ha sido descrita, pero es evidente que fue gloriosa: el fariseo se<br />

dio cuenta de que el Crucificado era el Hijo de Dios. Habla de la «visión celestial» (Hch. 26:19),<br />

expresión esta que se menciona sólo en Lc. 1:22 y 24:23; y que describe una manifestación<br />

angélica y sobrenatural. La pretensión de que Pablo fuera el juguete de una ilusión es algo que<br />

carece de todo fundamento. Pero tampoco fue la sola aparición de Cristo lo que provocó su<br />

conversión. Ésta se produjo evidentemente gracias a la obra del Espíritu en el corazón de Saulo,<br />

hecho por ello capaz de comprender y aceptar la verdad, que le había sido revelada (cfr. en<br />

particular Gá. 1:15 ss.). En fin, Dios se sirvió de Ananías para poner al nuevo convertido en<br />

relación con la naciente iglesia. Las diversas teorías racionalistas que intentan explicar la<br />

conversión de Saulo sin tener en cuenta la intervención personal y sobrenatural de Cristo,<br />

esquivan el testimonio del apóstol. Él declara que, hasta el momento mismo de su conversión,<br />

consideraba que era su deber perseguir a los cristianos para ser leal al judaísmo. Él afirma que su<br />

conversión se debió al poder y a la gracia soberana de Dios, que, sin saberlo el mismo Saulo, lo<br />

había preparado para su tarea futura. Su condición de ciudadano romano, la educación rabínica<br />

que había recibido, y sus dotes intelectuales, hacían de él un instrumento calificado. Se cree, con<br />

razón, que Saulo, a pesar de su celo, no había hallado en el judaísmo la paz que su alma<br />

necesitaba (Ro. 7:7-25). Lo repentino de su conversión debió hacerle consciente de que la<br />

salvación se debe totalmente a la gracia de Dios manifestada en Cristo. Su misma experiencia<br />

religiosa contribuyó a hacer de él el gran intérprete del Evangelio, a proclamar que sólo por la fe<br />

personal en la obra expiatoria de Cristo justifica Dios al pecador.<br />

955<br />

(e) Inicio de su vida cristiana.<br />

Desde su conversión, Saulo empezó a anunciar el Evangelio. Su carácter enérgico le llevaba a<br />

ello, así como la revelación de los propósitos de Dios, que lo llamaba al apostolado (Hch. 9:15;

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