PERSONAJES MITOLÓGICOS - e-Spacio - UNED

mutua entre la princesa y el dios (¿Quién creerá, cielos, / que el que buscaba soberbia, /
tímida al verle me deje, / torpe, helada, absorta y yerta? 1823). Ante la presión popular
para que Admeto libere a Clímene, éste da a conocer el contenido del oráculo que le fue
revelado con ocasión del nacimiento de su hija, acontecimiento saludado con un
amedrentador eclipse. En esencia, el oráculo vaticina el alumbramiento de Faetón, con
todas las desgracias que lo han de acompañar. Admeto accede a liberar a Clímene,
siempre y cuando ésta se dedique al culto a Diana, es decir, se mantenga virgen. Sin
embargo, y tras unos enmarañados líos de galanteo en que participan Apolo, Clímene,
sus sirvientas y sus respectivos enamorados, el rey Admeto acaba por descubrir la
relación de su hija, y decide ofrecerla en sacrificio a la diosa virginal. La intervención
de Apolo, que huye con Clímene, evita este desenlace. De la persecución del rey los
libra el anciano Fitón, quien los guarda en su cabaña. Apolo, muy enamorado de la
princesa, accede por fin a manifestar su verdadera identidad y le cuenta las razones de
su extrañamiento del Olimpo. Cuando da la impresión de que todo se ha solucionado,
aparecen Iris y Mercurio trayendo recado de los dioses, de un lado el indulto a Apolo, y
de otro un castigo para Clímene. La deidad acepta a regañadientes volver al Olimpo, y
Clímene queda bajo la custodia de Fitón, que no es sino un agente de su propio vaticinio
y que guardará a la joven para que dé a luz al funesto hijo que lleva en sus entrañas,
Faetón.
En El hijo del Sol, Faetón, el personaje de Clímene ha sufrido una drástica mutación,
pues nos la encontramos en forma de una peligrosa bestia. En su caza compiten
Admeto, Tetis y el propio Faetón, que es su hijo, aunque él lo desconoce. Cuando
Faetón se encuentra con Clímene a solas, ella le revela su identidad y le insinúa la
relación tan especial que los une (…que tú eres todo mi mal / y tú eres todo mi bien
1869). A pesar de esta confesión, Clímene sigue vagando como una fiera a la que todos
tratan de dar caza, cosa que finalmente consiguen, por mucho que Faetón trata de
impedirlo. Cuando están a punto de sacrificarla a Diana, el viejo Erídano, al quitarle el
velo, la reconoce como su hija. Es en este momento cuando Clímene, por fin, cuenta
toda su historia, su unión con Apolo, de la que nació Faetón, y la irritación de Diana,
que la castiga a vagar por las selvas como una fiera, por haber violado el voto de
castidad al que estaba sujeta como sacerdotisa suya. Con todo, Clímene se resiste a
contar a Faetón quién es su padre hasta que, expulsados del palacio, son conducidos por
Iris a las mansiones del Sol. El astro divino acaba por reconocer a Faetón como su hijo
y, en señal de aceptación, le ofrece el deseo que se le ocurra. El impetuoso joven le pide
conducir su carro, con las desastrosas consecuencias conocidas. Faetón debe ser
fulminado por Zeus a causa de los daños que su errático rumbo estaba causando en cielo
y tierra. Desenlace que Clímene asume como cumplimiento del destino: Que sería su
desdicha / cumplió el hado riguroso, / el saber Faetón quién era (1902). Finalmente,
desconsolada por la pérdida de su hijo, Clímene es convertida, junto con las Náyades,
en un olmo blanco.
En La estatua de Prometeo, Clímene no es más que una alusión en boca del dios que
apela a su propia versión del mito, pues no fue Clímene la razón por la que Apolo fue
temporalmente humanizado, sino el enojo de Júpiter por haber abatido a los Cíclopes
forjadores de sus armas: ¿Qué mucho que sea hoy soldado por Palas, / si ayer por
Clímene pastor fui de Admeto (2087).
B] Clímene es una figura sin demasiado relieve ni desarrollo en la tradición clásica. Se
trata de una oceánide mencionada en algunos repertorios como esposa de un titán, unas
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