PERSONAJES MITOLÓGICOS - e-Spacio - UNED

aumenta; y aún de manera más explícita en La Circe 152 : Amaba Circe a Ulises; no tenía
/ correspondencia Amor, faltaba Anteros, / sin quien poco se aumenta, aunque se cría, /
sin pasar de los términos primeros. Hace alusión el Fénix a otra tradición relativa a los
dos hermanos, según la cual Venus concibió a Anteros, por consejo de Metis, para que
Cupido creciera. Y así sucedía mientras Anteros estaba a su lado, pero volvía a ser niño
cuando éste se apartaba, queriendo simbolizar con ello que el amor medra sólo cuando
es correspondido.
APOLO (Ἀπόλλων, Apollo) Total menciones: 440
MEA (1) TMP (4) HDA (3) FAP (1) LDA (139) HSF (21)
EYN (1) AYC (200) ALA (4) FAM (9) EDP (50) PCT (1)
ESP (4) EDO (2)
CALÍOPE / CLÍMENE / DAFNE / FAETÓN / FEBO / MUSAS / SOL
A] Como cabía esperar, Apolo, una de las más importantes divinidades del panteón
grecorromano, y también una de las que más fortuna tuvieron en su transmisión literaria
posterior, está muy bien representado en Calderón, pues aparece en once comedias y un
auto sacramental. En tres de ellas tiene un papel protagonista ya desde el título (Apolo y
Clímene, El hijo del Sol, Faetón y El Laurel de Apolo), y en otra una presencia muy
relevante (La estatua de Prometeo). Hay que advertir, además, que Apolo estaba
totalmente asociado al sol en la cultura mitológica de Calderón, asumiendo por
completo la identidad del titán en obras como El hijo del Sol, Faetón.
En Apolo y Clímene Calderón somete a la figura del dios a dos ideas fundamentales:
por una parte lo humaniza, llevando a las últimas consecuencias el mito clásico, que tan
sólo nos habla de un castigo provisional en el que Júpiter rebaja al dios a la condición
humana y lo hace pastor de los rebaños de Admeto. Calderón explota esta humanización
del dios hasta el punto de que, dominado por su amor hacia Clímene, esté dispuesto a
deponer su condición divina (…que más quiero / dejar de ser astro noble, / que dejar de
ser atento / y fino amante. Clímene, / mi bien, mi gloria, mi cielo, / ¿cómo me has
dejado solo / la eternidad de un momento? 1858). Pero, por otro lado, como esta
subversión al orden natural de las cosas es imposible, nuestro dramaturgo la compensa
haciendo prevalecer sobre estas debilidades humanas los dictados del hado y la
imperturbabilidad de la estructura social (extrapolada en la comedia a la esfera divina),
de manera que Apolo termina por reasumir su naturaleza celeste. Para un desarrollo más
demorado del argumento de la comedia, cf. Clímene.
El hijo del Sol, Faetón es una suerte de continuación de la comedia anterior, como se
anuncia en aquella de manera explícita: Eso / dirá en la segunda parte / el infausto
nacimiento / de Faetón, hijo de Apolo (1860). Ya no tenemos rastro alguno del Apolo
humano de la obra precedente, sino que en ésta contemplamos al dios lejano y
majestuoso, sincretizado con el Helio astral del mito clásico (Y ya rasgando los cerúleos
velos, / coluros ilustrando y paralelos / en regio solio en que a dormir declina, / el sol
hacia el zodiaco camina, / en cuya faja bella / la senda de la eclíptica es su huella
1895). Apolo se presenta entronizado como una entidad divina inmutable, el Sol, a la
152 LOPE DE VEGA, La Circe, III, 129-132.
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