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PERSONAJES MITOLÓGICOS - e-Spacio - UNED

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3. El auto sacramental consiste en la interacción de símbolos, de ideas. Eso, salvando<br />

todas las distancias que hay que salvar, ya ocurría en la gran tragedia griega, que<br />

también hizo uso del mito como un símbolo cargado de valor ejemplarizante. El castigo<br />

de la hybris en la Antígona de Sófocles, o la carga de la culpa heredada en la Orestea<br />

de Esquilo, son construcciones tan ideológicas como la exaltación de la verdad<br />

eucarística. El propio concepto de katharsis aplicado a la tragedia antigua se compadece<br />

bien con la purificación del alma que se espera de un atento espectador del auto<br />

sacramental. El propósito de conmover al pueblo, de adoctrinarlo y, en cierto sentido, de<br />

amedrentarlo, es común, con sus enfoques particulares, a ambas expresiones dramáticas.<br />

También es común, aunque nos cueste mucho más apreciarlo en el caso de la tragedia<br />

antigua por su lejanía en el tiempo y en la cultura, la profunda motivación religiosa en<br />

ambos tipos de composiciones. El carácter de acto cívico-religioso de la antigua<br />

tragedia supone una identidad funcional que, como poco, permite relacionar ambos<br />

tipos de composición dramática. Por eso (y para nuestra sorpresa), en la lectura de los<br />

autos de tema mitológico no chirría tanto este contraste como sería de esperar. El mito<br />

antiguo está acostumbrado a portar una poderosa carga simbólica. Con todo, esta<br />

densidad conceptual a veces se desborda, y el filósofo y el teólogo se apoderan de la<br />

escena con razonamientos casi eleáticos, como sucede en la loa a la versión toledana del<br />

auto Pisquis y Cupido, cuando Amor reclama la ayuda de la Gracia: …y dejando / de ser<br />

aquello que fueron, / vienen a ser, sin ser más / ser, pues su ser no siendo, / nace un ser,<br />

que con su ser / no pudiera ser, que es cierto, / que se vuelve a ser sustancia / lo que fue<br />

forma primero (PCT, 342).<br />

4. No es extraño que Calderón, a quien se le encargan a un tiempo autos sacramentales y<br />

comedias de alto refinamiento para la representación palacial, al componer<br />

simultáneamente unos y otras, se sintiera muy atraído (hasta por cuestiones prácticas)<br />

por la idea de tratar un mismo argumento con los dos enfoques. Cuando un autor teatral<br />

ha sometido un tema a una planificación dramática, tiene mucho trabajo hecho si<br />

pretende escribir ese mismo argumento para otra composición, por mucho que sea con<br />

intención diferente. Verter el mismo asunto en un auto sacramental suponía, también,<br />

legitimar el posible tratamiento frívolo que se podía deslizar en la comedia, cuando la<br />

misma historia se sacralizaba de manera solemne asumiendo nada menos que un dogma<br />

de fe. Seis de los nueve autos considerados presentan un mito que el mismo Calderón<br />

dramatizó también en forma de comedia: El divino Jasón (Una de las tres jornadas de<br />

Los tres mayores prodigios), las dos versiones de Psiquis y Cupido (Ni Amor se libra de<br />

amor), Los encantos de la culpa (El mayor encanto, amor), El laberinto del mundo (una<br />

de las tres jornadas de Los tres mayores prodigios) y Andrómeda y Perseo (Las fortunas<br />

de Andrómeda y Perseo).<br />

5. Otra razón para componer autos sacramentales de argumento mitológico sería, sin<br />

duda, la intención de adornar con alguna traza vistosa, con algún exotismo, unas<br />

composiciones de un contenido tan abstracto, verdaderas disquisiciones teológicas que,<br />

expuestas directamente, sin el auxilio de una brillante metáfora, podrían resultar<br />

demasiado áridas. La ubicación en el escenario mítico es una excusa perfecta para crear<br />

un mundo escénico exótico, sorprendente y majestuoso, un gran aparato que<br />

compensara con su espectacularidad la sequedad del contenido teológico. Sin duda no<br />

había de ser lo mismo presentar la idea de la fe de manera directa y abstracta, que<br />

revestida con el delicado ropaje mítico de la historia de Psique y Cupido, para la que<br />

hay que construir un palacio, figurar un mar, dramatizar un naufragio, y hacer<br />

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