PERSONAJES MITOLÓGICOS - e-Spacio - UNED

heredada, la fuerza irresistible, y a veces destructiva, del amor…). El mito se ensancha,
se llena de nuevos matices, cobra profundos significados que le eran ajenos, pero no
deja de mantener el aroma de la leyenda antigua y su conexión temática básica y
reconocible con su fuente.
En estos presupuestos se basa la utilización del mito en Calderón, libre y, al mismo
tiempo, respetuosa, abierta a su época y a sus intereses, pero con lazos irrompibles que
la vinculan a la Antigüedad clásica. En el reto de mantener este difícil equilibrio se nota
la maestría y grandeza de nuestro poeta. Podríamos argüir el ejemplo de todas y cada
una de las comedias y autos sacramentales: todas estas composiciones amplifican el
mito con expedientes similares a los que hemos comentado para Eco y Narciso. Los
detalles, además, pueden encontrarse para cada una de ellas leyendo con atención las
correspondientes entradas de nuestro diccionario.
3.3 Calderón y sus fuentes
Ya expresamos en el capítulo correspondiente a la formación y la cultura clásica de
Calderón nuestras serias dudas sobre la posibilidad de determinar con precisión las
fuentes del tema mitológico en las obras que hemos estudiado. Una sólida formación
básica, como la que él recibió en alguna de las instituciones docentes más prestigiosas
del país, incluía (y más en una persona de su talento e inclinación hacia las letras) un
bagaje de cultura mitológica muy estimable, un conocimiento suficiente de la lengua
latina como para acceder a las obras de los clásicos en su versión original, y algún
rudimento del griego. Por otro lado, la recreación literaria del mito en el formato
dramático difumina muchísimo la relación con una fuente determinada, pues el género
impone innovaciones, mucho material de relleno y una presentación dialogada y
escénica que se aleja mucho del estilo más discursivo en el que tradicionalmente se
habían trasmitido los mitos 1147 hasta su época. El género dramático es también el menos
propicio para dar informaciones explícitas sobre las fuentes utilizadas, pues es el que
más persigue el espectáculo y menos la precisión filológica. Los ciclos míticos tratados
por Calderón, con excepción, tal vez, de los de Semíramis y Prometeo, son de un cultivo
intensísimo en su época, y sin duda el tratamiento dado a estos temas por autores
españoles precedentes o incluso contemporáneos hubo de estar presente a la hora de
escribir sus dramas. Quedaría, además, valorar la influencia de los grandes compendios
mitológicos, tanto italianos como españoles, que ofrecían una información de consulta
ordenada y versiones muy estandarizadas del mito. Por último, ya hemos llamado la
atención sobre la libertad con que Calderón manipula el material mitológico,
subordinando cualquier consideración a la eficacia dramática del conjunto de su obra.
Todas esas circunstancias hacen que parezca lo más sensato vincular el mito con su
fuente antigua más prestigiosa, manantial de donde tantas corrientes han derivado en un
tortuoso cauce que ha tejido todo un laberinto de relaciones. La vinculación más o
menos directa con esa fuente esencial creemos que es el criterio que debe regir toda
aproximación a este complejo asunto, si lo que buscamos es una valoración global.
1147 Curiosamente, si de algo podemos estar seguros, es de la poca o nula incidencia en Calderón de los ciclos
mitológicos de la gran tragedia griega. Por ninguna parte aparecen en nuestras obras las figuras de Agamenón,
Orestes, Edipo o Antígona. La Fedra calderoniana no conoce a Hipólito, su Medea no es la desesperada mujer
abandonada por Jasón que sacrifica sus hijos a su despecho... El mito calderoniano es, esencialmente, el derivado de
las Metamorfosis de Ovidio.
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