PERSONAJES MITOLÓGICOS - e-Spacio - UNED

En Los tres mayores prodigios Venus se hace visible, sobre todo, en el capítulo
dedicado a la conquista del vellocino de oro (la primera jornada de la comedia). La
relación entre Marte y Venus es notoria en las palabras de Sirene, una de las doncellas
de Medea, cuando advierte a su señora Que en Marte ofendes advierte, / a Marte, Venus
y Amor (1551). Y, ciertamente, la diosa se da por muy ofendida cuando Medea se
considera más merecedora que Marte de la ofrenda que hace Friso, puesto que Medea
incluye en sus valoraciones a ambos dioses: Ni Marte con su poder, / ni con su
hermosura pura / Venus, ni Amor con su ser, / han de humillar ni vencer / mi ser, poder
y hermosura 1551). Pero con la aparición de Jasón, Medea comienza a sufrir la
venganza dispuesta por Venus y Cupido, pues la princesa concibe un intenso amor por
el héroe (…voy pensando, Astrea, / que Venus, Marte y Amor / de otra manera se
vengan; / pues ya Marte en mis sentidos / ha introducido otra guerra; / Amor le ha
prestado fuego / para sus máquinas: quieran / los dioses que no haga Venus /
desdichada mi belleza 1555). Finalmente, ese amor consigue que Medea rebaje su
soberbia (Yo rendí / mi altivez desde que vi / a ese joven extranjero… 1557) y traicione
a los suyos, facilitando la conquista del vellocino por Jasón y la huida de ambos de
Colco, cuando salen en su persecución el rey, su padre y Friso. En la tercera jornada de
esta comedia, el centauro Neso alude a Venus recordando su nacimiento entre las olas
del mar: ...que he de dejar que las ondas, / aunque son patria de Venus… (1582).
En Apolo y Clímene ya tenemos un primer planteamiento de la lucha que, en varias
comedias, se entabla entre los principios que simbolizan Venus y Diana. La pasión
amorosa irresistible que significa la primera contrasta con la contención de la virgen
agreste. Clímene, sin que sepamos en un principio la razón, está encerrada por su padre
Admeto y consagrada a Diana. Típico personaje calderoniano que prefiere los riesgos de
su libertad a la seguridad del cautiverio, amenaza con suicidarse si su padre no la deja
salir. Esta petición, secundada por el pueblo, hace que el rey explique la razón de su
encierro: el día de su nacimiento unos prodigios naturales hicieron que el monarca
consultara a Fitón, y éste vaticinó que Faetón, hijo de Clímene, asolaría Etiopía con un
espantoso fuego: «…y de cuya llama al humo, / la más blanca tez, tostada / quedará
adusta, de suerte / que venga a ser de la humana / naturaleza Etiopía / borrón de tan
triste mancha, / que al sol parezcan sus gentes / negras sombras de las blancas» (1831).
Ante semejante vaticinio, la convirtió en sacerdotisa de Diana con voto de castidad, y
con la condición de entregarla en sacrificio si quebrara ese voto. La aparición de Apolo
en forma mortal enamora a la oceánide, de manera que rompe su compromiso.
Perseguidos por Admeto, Clímene y Apolo se refugian en la choza de Fitón, quien
expresa claramente el cambio de lealtades de la joven (…veréis cómo sustituye / al
alcázar de Diana / el de Venus, en quien suple / Cupido cuantas delicias / Elíseos
Campos incluyen 1855). Al final, el destino se cumplirá, tal cual había sido vaticinado a
Admeto, pues de la unión de Clímene y Apolo nacerá Faetón.
En La hija del aire la oposición de principios entre Diana y Venus es la corriente
profunda que anima la tragedia. Ya desde la concepción y cría de Semíramis la
oposición entre las diosas es total. El nacimiento de la joven es consecuencia de la
violación de su madre, Arceta, ninfa consagrada a Diana (De esta especie de bastardo /
amor, de amor mal nacido, / fui concepto 724). Su madre, fiel a la diosa, logra matar a
su violador, pero muere en el momento del parto. Las fieras de Diana y las aves de
Venus lucharán por llevarse a la recién nacida, prevaleciendo al final las segundas (de
donde le vendrá a Semíramis el apelativo de hija del aire). La oposición entre ambas
diosas la pone de manifiesto la propia Venus en su oráculo («Esa infanta, alumna es
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