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PERSONAJES MITOLÓGICOS - e-Spacio - UNED

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1.1.5 La producción mitológica de Calderón y las oscilaciones en su estima<br />

Aunque se aparte un tanto del objeto de nuestro estudio, no podemos dejar de hacer<br />

algún brevísimo comentario sobre la estima que las obras de argumento mitológico de<br />

Calderón tuvieron en su posteridad 7 . Hay que advertir, en primer lugar, que nuestro<br />

teatro barroco en su conjunto ha sido el tramo de nuestra literatura más sometido a<br />

controversia y fluctuaciones en su valoración. Y Calderón, por representar la<br />

culminación de ese teatro, el autor que más ha padecido estos vaivenes de la crítica. Y<br />

dentro de su producción dramática, han sido sus composiciones de tema mitológico<br />

(esencialmente las comedias) las que se han llevado la peor parte. No deja de ser muy<br />

llamativo que el producto de nuestro dramaturgo que contaba con mayor apoyo<br />

institucional (y por tanto, también, con el mayor nivel de exigencia), el destinado a un<br />

público más cultivado (y, por ello, receptor capacitado para una obra más compleja), el<br />

que más le interesaba a su autor, por los beneficios de toda índole que le podía reportar,<br />

y el que fue bendecido con un éxito absoluto en su época, haya sido tradicionalmente<br />

(hasta mediados del siglo pasado) tal vez el menos valorado y, con seguridad, el más<br />

incomprendido de su producción dramática. No es extraño que el severo cambio de<br />

sensibilidad estética que supuso el llamado Siglo de las luces, donde se hace prevalecer<br />

el discurso racional sobre el contradictorio y tumultuoso mundo de los sentimientos<br />

propio del Barroco, marginara los trazos de la obra calderoniana más identificados con<br />

aquel sistema de valores 8 . Tampoco será ajeno al fenómeno el carácter gregario de<br />

nuestra crítica literaria de la época, poco vigorosa y arrastrada por las modas de allende<br />

los Pirineos. Se empieza a componer en aquel tiempo el fantasma del Calderón<br />

reaccionario, paladín del catolicismo más intransigente y defensor de perversiones<br />

sociales como la visión fanática de los principios del honor y de la honra. Símbolo, en<br />

suma, de una España siniestra que era preciso superar.<br />

Por lo que hace a su producción de argumento mitológico, las comedias, sin el<br />

imprescindible auxilio de la representación en palacio, son vistas, en el mejor de los<br />

casos, como frívolos pasatiempos cortesanos, y los autos sacramentales, con<br />

indiferencia del tema que trataran, son considerados la quintaesencia de un catolicismo<br />

ultramontano, hasta tal punto que se llega a declarar la prohibición de su representación<br />

en las plazas públicas de las grandes ciudades en tiempos de Carlos III.<br />

La estima por la obra de Calderón, sobre todo fuera de nuestras fronteras, con Alemania<br />

como vanguardia, retorna con la nueva sensibilidad romántica ya bien entrado el s. XIX.<br />

Para los hermanos Schlegel o Goethe, Calderón es una de las cimas literarias de Europa,<br />

y algunas de sus comedias mitológicas, como La hija del aire (una aberración y un<br />

verdadero monstruo dramático, en las ampulosas palabras de Menéndez Pelayo 9 ) o La<br />

estatua de Prometeo, son estimadas al nivel de las antiguas tragedias griegas.<br />

7 Nos parecen hitos esenciales, en este capítulo, los trabajos de MENÉNDEZ PELAYO (1881, Conferencia primera),<br />

VALBUENA PRAT (1941, cap. XIII, La crítica sobre Calderón), CHAPMAN (1954) y NEUMEISTER (2000; cap. 2,<br />

Historia de una recepción fracasada). Para una perspectiva completa de los avatares de la crítica de la obra<br />

calderoniana en el s. XIX es fundamental la obra de DURÁN GILI y GONZÁLEZ ECHEVARRÍA (1976). RODRÍGUEZ<br />

SÁNCHEZ DE LEÓN (2000), por su parte, ofrece una antología crítica, aunque sólo de autores españoles y referida a<br />

todo el teatro barroco español, de la que se puede obtener una perspectiva nacional de la cuestión.<br />

8 Este juicio tradicional es muy matizado por URZAINQUI MIQUELEIZ (1984), que no considera tan negativa la crítica<br />

española del XVIII, que podría resumirse, a su juicio, en la afirmación de D. Félix Mª de Samaniego: …hemos sabido<br />

hacer justicia a su mérito, sin perdonar sus desarreglos…<br />

9 MENÉNDEZ PELAYO (1881, 26).<br />

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