PERSONAJES MITOLÓGICOS - e-Spacio - UNED

el culto de Diana por el de Venus, aunque sin extralimitarse (…que tampoco / soy tan
bárbaro que intente / que los deleites de Venus / sean no dignos deleites, / pues si es
madre de Cupido, / también de Anteros prudente 2104). Todas parecen aceptar el trato,
salvo Doris, que lo rechaza con dureza y defiende a su diosa, considerando que lo que
siente por Endimión es más afición que amor. Anfión responde destruyendo la estatua
de Diana y poniendo en su lugar la de Venus. De las sacerdotisas, Ismenia rechaza en su
interior convertirse en servidora de Venus, mientras que Doris, que proclama su
rechazo, en su intimidad venera a la diosa por el amor que siente por Celauro. Estos
fingimientos dan como resultado una compleja trama de malentendidos. Por fin,
Ismenia cambia la estatua de Venus por la de Diana, lo que desencadena la venganza del
rey. Se sortea quién de las sacerdotisas ha de ser sacrificada, y sale elegida Doris, lo que
provoca una cascada de finezas (unos ofrecen su vida por otros). El atasco que eso
produce en la trama (la culpable es la amada del que debe decidir su sacrificio) lo evita
el mismo Cupido en persona, emergiendo con la estatua de Venus por el lugar por el
que había sido arrojada. Este desenlace proporciona un final muy feliz a la comedia,
pues quedan voluntariamente emparejados Doris y Celauro por un lado y Anfión e
Ismenia por otro, lo que supone el triunfo de Venus, pues Finezas contra finezas, / más
la madre del Amor, / que las castiga, las premia (2137). También en esta comedia, por
otra parte, nos encontramos a Venus designada con un epíteto marino: …como hija de
la espuma, / turba el aire, el mar altera… (2118).
En La estatua de Prometeo, en el reparto de atribuciones divinas que hace el titán como
demostración de haber comprendido el universo, a Venus se le atribuyen las espumas:
…dando / de Júpiter a la augusta / majestad del cielo, el mar / a Neptuno, sus espumas
/ a Venus… (2069).
Venus ocupa un papel importante en Ni amor se libra de amor. La comedia comienza
con una ofrenda colectiva al templo de Venus y Amor en Gnido. Sin embargo, el
pueblo, anonadado ante la belleza de Psiquis, una de las oferentes, hija del rey Atamas,
pondera la hermosura de ésta sobre la de la diosa. Semejante desaire a Venus y a su hijo
Amor no podrá quedar impune, según cuenta Anteo: «Infelice tu hermosura / Psiquis
será, pues tu dueño / un monstruo ha de ser» (1948). El vulgo, cuando conoce esta
reacción de Venus (Pues que Venus envidia / la beldad suya, / Siquis es la diosa / de la
hermosura 1949), poco menos que se amotina contra la deidad, derribando los altares y
estatuas de su recinto y clamando impíamente: UNOS.- Pues ya es Siquis nuestra diosa, /
su hermosura celebremos. OTROS.- A ella sola se dediquen / himnos, canciones y versos
(1949). Ante semejante situación, el rey pide consejo al oráculo de Júpiter, quien le
aconseja sacrificar a su hija en el monte Eta. Pero antes de ejecutarse la sentencia,
aparece Cupido en forma humana para vengar a su madre. Al contemplar a Psiquis
desmayada, la belleza de la joven lo enamora, y al despertar sobresaltada, hiere al dios
con la flecha que él mismo iba a utilizar. Abandonada Psiquis por su padre en una isla,
vivirá feliz en el palacio de Amor, con quien morará sólo por la noche, y cuya presencia
podrá gozar si respeta la condición de no poder verlo. Aunque ella es muy feliz, las
pérfidas insinuaciones de sus hermanas hacen que la joven desconfíe y rompa el pacto
con el dios. Éste, airado, disuelve el palacio y la amenaza con privarla para siempre de
su compañía. Pero este desenlace lo evitarán tanto Venus, olvidada ya de su ira, como
Cupido que, en su condición divina, acaban por restablecer el orden: Psiquis será la
esposa de Cupido, sus hermanas vivirán felices con sus nuevos esposos y a Anteo le
procurarán una bella mujer. En la comedia se menciona el famoso Juicio de Paris,
cuando Lidoro encarece la dificultad de decantarse por una de las tres hijas de Atamas
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