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PERSONAJES MITOLÓGICOS - e-Spacio - UNED

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Tenemos en nuestras comedias otros actos de soberbia que son contados, por así decirlo,<br />

en estilo indirecto, en narraciones de sucesos pasados. Es frecuente el exceso en el ansia<br />

de conocimiento científico. Acomete a Medea, como hemos visto, pero también a Circe,<br />

a Prometeo o a Atlante. Lo sucedido a éste último se lo cuenta sintéticamente su<br />

hermano Héspero a Hércules, comenzando por el castigo infligido: …que se convirtiese<br />

en monte / Atlante, por la soberbia / con que intentó competir / en las judiciarias<br />

ciencias / con los dioses (FAM, 2028-29). Este afán de conocimiento, cuando se<br />

concentra en el propio origen personal, deviene en una actitud soberbia que suele ser<br />

castigada por los dioses, según hemos ya comentado en el epígrafe dedicado a la<br />

libertad y el destino. Casos que habría que sumar a los ya citados, y que hacen que la<br />

vieja hybris griega reaparezca como uno de los motivos clave de estas comedias<br />

calderonianas.<br />

3.5.6 El ejercicio del poder<br />

Hay autores 1171 que consideran que Calderón no pudo ni quiso escapar a la ocasión de<br />

transmitir en sus obras palaciegas, destinadas al monarca y a su corte, avisos o consejos<br />

de buen gobierno sobre circunstancias contemporáneas. Suponemos, antes de ninguna<br />

otra consideración, que serían mensajes tan cifrados o alusiones tan veladas que hoy nos<br />

sería casi imposible seguir un rastro seguro. Lo que sí que se puede afirmar con menos<br />

riesgo es que sus obras contienen reflexiones generales sobre el ejercicio del poder, y<br />

presentan diversos modelos que suelen conllevar su correspondiente corolario moral, de<br />

acuerdo al premio o castigo que esas conductas hayan merecido. Hasta qué punto los<br />

monarcas, validos y resto de la corte se sintieran aludidos es materia harto difícil de<br />

valorar.<br />

Comenzaremos por los modelos incorrectos, sin duda los más atractivos desde el punto<br />

de vista dramático. Una de las variantes más características de la hybris a la que<br />

hacíamos mención en el epígrafe anterior es la extralimitación en el poder. Las figuras<br />

de Creonte en la Antígona de Sófocles, de Agamenón, en Ifigenia en Áulide, o Penteo<br />

en las Bacantes de Eurípides nos vienen de inmediato a la memoria. Su abuso de poder,<br />

su obcecación ante todas las advertencias de su entorno, provocan su ruina y la de sus<br />

allegados. La hija del aire es todo un tratado sobre el ejercicio abusivo del poder. En<br />

primer lugar Calderón nos muestra a un rey, Nino, que actúa de manera despótica y<br />

cruel con uno de sus nobles, Menón, a quien arrebata sin ningún miramiento la mujer<br />

(Repara / que te quebraré los ojos / si te atreves a mirarla HDA, 738). Hace efectiva la<br />

amenaza de cegarlo y lo degrada hasta el último extremo, provocando su suicidio. El<br />

comportamiento de Nino es pronto castigado al tropezar con un espíritu aún más<br />

despiadado y más ávido de dominio, el de Semíramis. La descripción que Calderón nos<br />

hace de la reina de Babilonia es, entre otras cosas, un ensayo psicológico de adicción al<br />

poder. Su ansia de mando no tiene ningún límite (acaba con su marido, encierra y<br />

humilla a su hijo, maltrata a los monarcas rivales, sometiéndoles a terribles<br />

escarnios…). La adicción patológica que siente por el gobierno se manifiesta en<br />

arrebatos que nos muestran una personalidad psicótica: ¡Yo sin mandar! De ira rabio. /<br />

1171 GREER (1991, III) es la autora que más ha profundizado sobre el tema. Ella pone como uno de sus ejemplos El<br />

mayor encanto, amor. Sostiene que Calderón transmitiría al monarca el mensaje de que, reiniciada la guerra con<br />

Francia, había preocupación en la corte por sus devaneos amorosos. Nos parece poco verosímil que, a los treinta y<br />

seis años, y cuando aún estaba comenzando su carrera de autor palaciego, Calderón se permitiera, de manera pública<br />

y en presencia del propio rey, lanzar semejante admonición moral. La autora analiza otras relevantes comedias<br />

mitológicas (como El hijo del Sol, Faetón, Fieras afemina amor o La estatua de Prometeo) en clave semejante.<br />

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