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PERSONAJES MITOLÓGICOS - e-Spacio - UNED

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B] Las Sirenas aparecen por primera vez en la Odisea homérica 861 , donde son<br />

presentadas como unos terribles monstruos y sólo dos (en dual), con cabeza de mujer y<br />

cuerpo de ave, y emiten un sonido que atrae de manera irresistible a aquel que las oye.<br />

Circe se las describe al héroe de Ítaca, dándole también consejos para eludir su peligro.<br />

Todo ello se pone a prueba un poco más adelante, cuando Ulises logra hacer su travesía<br />

indemne frente a ellas, amparado en su proverbial astucia. Ordena a sus compañeros que<br />

lo aten al mástil del barco mientras ellos se taponan con cera los oídos, y así consigue<br />

oír su canto, y no sucumbir a él. Calderón sigue, esencialmente, este planteamiento,<br />

aunque lo carga de un significado moral que era muy fácil de atribuir, pues el héroe<br />

salva la vida hurtando a su irresistible encanto sus ojos y oídos. Las Sirenas, de acuerdo<br />

a la Biblioteca de Apolodoro 862 , eran hijas de Aqueloo y de Melpómene, río y musa que<br />

explican su condición marina y su hermoso canto. Sus nombres eran Pisínoe, Agláope y<br />

Telxiepía, y una tañía la lira, otra cantaba y la tercera tocaba la flauta. Según la misma<br />

fuente, habían de morir cuando un barco pasara incólume a su lado, y por eso perecieron<br />

tras la huida del astuto Ulises. También ejercen su terrible amenaza en otro importante<br />

ciclo mítico, la aventura de los Argonautas, donde es conjurada por el canto de Orfeo,<br />

más poderoso aún que el suyo.<br />

C] Pérez de Moya 863 , amparado en la autoridad de Ovidio 864 , asegura que las Sirenas<br />

eran compañeras de Prosérpina que, desesperadas por el rapto de ésta, se quisieron<br />

precipitar al mar. Pero los dioses se apiadaron de ellas y mudaron sus formas,<br />

quedándoles del ombligo arriba de doncellas y de allí debajo de pescado, y los pies de<br />

gallina con alas de ave, según dice Alberico y san Isidro. Nada dice Ovidio de que<br />

tuvieran forma de pescado, figura que se atribuyó en la Antigüedad a los Tritones, pero<br />

nunca a las Sirenas, por mucho que después triunfara en su iconografía moderna. El<br />

poeta romano enfatiza, eso sí, la calidad de su canto y su sabiduría (sabias sirenas, las<br />

llama), herencia lógica de su madre, la musa Melpómene. La interpretación moral del<br />

mito era casi obvia, y fue el enfoque que éste tuvo en nuestro Siglo de Oro. Cervantes 865<br />

destaca su atrayente y peligroso canto en unos versos con regusto a auto sacramental: El<br />

falso, el mentiroso / mundo, prometedor de alegres gustos; / la voz de sus sirenas, mal<br />

escuchada apenas, / cuando cambia su gusto en mil disgustos. El mismo uso del motivo<br />

mitológico hace Góngora 866 , al ensalzar en un soneto al Conde de Lemos, que había<br />

sabido no dejarse llevar por los peligrosos atractivos que se le presentaron durante su<br />

virreinato en Nápoles: …donde mil veces escuchaste en vano / entre los remos y entre<br />

las cadenas, / no ya ligado al árbol, las Sirenas / del lisonjero mar napolitano.<br />

861 Od. XII 40-58 (52) Σειρήνοιίν; 155-201.<br />

862 Apollod. I 3,4; 7,10; Epit. 7,18.<br />

863 PÉREZ DE MOYA, Filosofía secreta, II, 14, 10.<br />

864 Ov. Met. V 551-563 (555) doctae sirenes.<br />

865 CERVANTES, La Galatea, IV, p. 407-408.<br />

866 GÓNGORA, Sonetos completos, 39, 5-8.<br />

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