PERSONAJES MITOLÓGICOS - e-Spacio - UNED

envenenada por la picadura de una serpiente. La analogía de alguno de los elementos
del mito con el imaginario cristiano (serpiente, bajada a los infiernos, resurrección), así
como la tradición mistérica de contenido salvífico que tuvo el culto del héroe en la
Antigüedad pagana, predisponían a este mito para su adaptación al auto sacramental. En
la primera versión de El divino Orfeo, la conexión alegórica del héroe (músico celestial)
se establece con el poder de su música, asimilada al Verbo Divino. Así, comienza el
canto con Orfeo dando forma al caos, del que se enseñoreaba Aristeo. Cuando el mundo
va tomando su apariencia en virtud del canto de Orfeo, Aristeo no puede soportar su
envidia y concibe la idea de raptar a Eurídice, esposa y mística amante de Orfeo, y que
no es otra cosa que la representación del alma humana. La mujer ensaya una etimología
supuesta para el nombre de Orfeo 713 : «Llámante divino Orfeo / porque Orfeo significa /
orador» (1822). Viven felices los dos en el paraíso, hasta que irrumpe Aristeo, a quien
Libre Albedrío ha informado de todos los detalles, incluida la genealogía de Orfeo, hijo
de Apolo y Calíope. Con esa información asalta Aristeo a Eurídice en el jardín. Le
cuenta a la joven la historia de su caída en desgracia, y trata de seducirla con el
ofrecimiento de todas las joyas y honores con que pudiera soñar, desacreditando, de
paso, los modestos dones que le brinda Orfeo. La mujer es persuadida por Aristeo a
coger la fruta del árbol prohibido, cosa que ella hace desoyendo las advertencias de la
Gracia, y donde es mordida por un venenoso áspid. Serpiente que es en realidad Aristeo,
y cuya picadura supone la pérdida de la gracia y el paraíso. La súbita desaparición de
éste es brutal, dejando sumida a Eurídice en un terrible abismo de desolación. Cuando
llega Orfeo, la Gracia le informa de todo lo sucedido. Orfeo le pide desesperado consejo
a Amor para atraer a sí otra vez a Eurídice y éste le sugiere bajar al infierno con su
harpa y con su canto, harpa labrada de la madera del árbol del que salió la culebra y que
significa la cruz. Con Amor desciende a las puertas del infierno, donde encuentra al
barquero Aqueronte, quien hace cruzar a Orfeo aquellas ponzoñosas corrientes,
conmovido por su canto. Esta travesía significa la muerte de Orfeo (Cristo) por el amor
que siente por el alma humana. Llega al infierno en el momento en que Aristeo se
ofrecía a Eurídice como esposo, pero la llegada del divino músico provoca un enorme
cataclismo. Aristeo, pasmado como está de que alguien entre cantando en el infierno,
lugar de llantos, averigua la verdadera identidad de Orfeo-Jesús. Aristeo-Plutón se ve
obligado a dejar salir a Eurídice, pero con la condición de que… cada vez que perdiere /
la gracia de que hoy se vale, / y tú la vuelvas el rostro, / …ha de volver a mi cárcel
(1833). Orfeo instituye el sacramento de la eucaristía, y Aristeo se entrega al terrible
dragón del infierno.
En la segunda versión del auto que lleva su nombre, nos encontramos alegorías
semejantes, pero tratadas de modo diferente. Orfeo da forma a la nada en el propio
infierno, donde escuchan su canto Envidia y el Príncipe de las Tinieblas, que cruzan el
Leteo con su barca con la intención de capturar a Naturaleza Humana, Eurídice. Orfeo
ha dado forma a la creación en siete días con la mágica melodía de su voz: Voz que
atractiva mueve a ir en su busca (1841). El séptimo y último día, Orfeo otorga con su
canto el alma a la Naturaleza Humana, le da libre albedrío y se entrega al descanso. Es
la ocasión para que el Príncipe de las tinieblas y Envidia traten de apoderarse de la
hermosa joven. Para conseguir su propósito, el Príncipe invoca al río Leteo, quien sale
713 En Orfeo tenemos un buen ejemplo de la manera en que concebía Calderón la etimología, como un recurso
literario más, sin la menor ambición filológica. Explica el término griego con palabras españolas que tienen un ligero
parecido, como orador o, un poco más abajo, oro. Una etimología popular y simbólica que se entiende como una
convención literaria más, a la que su auditorio no pondría objeción alguna. CHANTRAINE (1968, III, 829), por su parte,
considera a Orfeo un término de etimología inverificable.
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