PERSONAJES MITOLÓGICOS - e-Spacio - UNED

veces por separado. Su fuente esencial es Boccaccio, a veces seguido de manera literal,
y tiene interés como precedente (no reconocido, pero seguido con frecuencia) de la obra
de Pérez de Moya 41 . Ocho de las questiones hacen referencia a los ocho personajes
aludidos, de los que se comenta su genealogía, sus nombres y aspectos concretos de su
leyenda. Su alcance es limitado, pues no posee la ambición universal del resto de los
manuales aludidos, aunque su interés como precedente en nuestra literatura es
incontrovertible.
Notoria es la diferencia entre el trabajo de El Tostado y los dos grandes manuales
mitográficos españoles. Sin duda no es irrelevante que entre uno y otros medien las tres
enciclopedias italianas a las que nos hemos referido. Un destacado divulgador
científico, Juan Pérez de Moya, escribió el primer gran manual mitológico español, La
Filosofía secreta 42 , editada por primera vez en 1585, y que conoció hasta cuatro
reediciones en el siglo siguiente, prueba de su gran éxito. Consta de siete libros en los
que el material mitológico aparece ordenado en distintas categorías (dioses, diosas,
héroes, etc.). Como en casi todas sus obras, animaba a Pérez de Moya un afán por la
divulgación científica, en este caso de la ciencia mitológica, interpretada, esencialmente,
a la luz de la alegoría física y moral 43 , aunque no faltan tampoco justificaciones de tipo
evemerista. La estructura del tratado, que separa la descripción del mito de su
interpretación moral (declaración o sentido), así como el agrupamiento de los
personajes en categorías bien definidas, lo convirtieron en un útil instrumento de
consulta, a pesar de las muchas prevenciones del autor hacia la explotación poética de la
mitología. Su fuente esencial continúa siendo Boccaccio, aunque no siga el mismo
principio genealógico que aquél en la estructura de su obra.
Bien entrado el s. XVII 44 , aparece la otra gran monografía mitológica escrita en español,
el Teatro de los dioses de la Gentilidad de Baltasar de Vitoria 45 . Su difusión y
popularidad no fueron menores que las de su predecesor al que, por cierto, no cita ni una
sola vez, en una obra que se distingue por la apabullante aportación de citas. El sabio
franciscano sigue a Boccaccio ya desde el esquema de la obra, con trece libros, igual
que había hecho el célebre escritor italiano. El primer tomo acapara los seis primeros,
dedicados a sendas divinidades paganas (Saturno, Júpiter, Neptuno, Plutón, Apolo y
Marte), mientras que el segundo tiene siete libros, seis dedicados a los grandes dioses
restantes (Mercurio, Hércules, Juno, Minerva, Diana y Venus), y un séptimo para
divinidades de menor rango (como Himeneo, Momo o Fama, por citar algunos que
41 CROSAS LÓPEZ (1997) analiza en un artículo las deudas que el bachiller jienense tuvo con la obra del obispo de
Ávila, sobre todo en los pasajes en que Pérez de Moya no sigue a su fuente principal, la Genealogia de Boccaccio.
42 Actualizamos su caligrafía y abreviamos su extenso (aunque muy elocuente) título: Philosophia secreta. Donde
debaxo de historias fabulosas se contiene mucha doctrina provechosa a todos estudios. Con el origen de los Ídolos o
Dioses de la Gentilidad. Es materia muy necesaria para entender Poetas y Historiadores. En nuestro estudio hemos
utilizado la edición de CLAVERÍA (1995).
43 BARANDA LETURIO (2000) sostiene que Pérez de Moya utilizó la mitología como pretexto, como un reclamo a la
atención de los lectores, para divulgar sus principios físicos y morales, sobre todo los primeros, que eran el verdadero
objeto de su interés. Para la autora, la Mitología secreta sería una suerte de tratado de filosofía natural, como se
aprecia en su estructura, en la sequedad de su estilo y en el deliberado distanciamiento de la expresión poética.
44 Los dos primeros tomos de la obra aparecieron en 1620 y 1623, y, en razón a su gran éxito editorial, Juan Bautista
Aguilar realizó una digna ampliación de la misma en un tercer tomo en fecha que hizo imposible su conocimiento por
parte de Calderón (1688).
45 Lamentablemente, no disponemos de una edición moderna fácilmente asequible de esta obra, como sucede con las
dos anteriores mencionadas. Tenemos constancia de una edición a cargo de CALONGE GARCÍA (2004), con su
correspondiente estudio, pero que no ha sido aún publicada. Nosotros nos hemos servido en nuestras consultas de la
añeja edición madrileña de JUAN DE ARIZTIA (1737).
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