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PERSONAJES MITOLÓGICOS - e-Spacio - UNED

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las advertencias de su padre (mucho me pides, Faetón, / que regir mi carro incluye /<br />

más dificultoso examen / que tus pocos años sufren HSF, 1897), en la cumbre de su<br />

éxito personal, pierde el control de los caballos al contemplar el rapto de su amada<br />

Tetis, y tiene que ser fulminado por el rayo de Júpiter para evitar males mayores. El<br />

mensaje moral lo hace explícito el propio autor en los últimos versos de la comedia: ...y<br />

los discretos / sacarán cuán peligroso / es desvanecerse… (HSF, 1902).<br />

Otras veces la soberbia no tiene ninguna justificación objetiva. Es el caso de Medea en<br />

Los tres mayores prodigios, cuando se considera que merece el vellocino de oro por sus<br />

cualidades personales, por encima de los mismos dioses (Ni Marte con su poder, / ni<br />

con su hermosura pura / Venus, ni Amor con su ser, / han de humillar ni vencer / mi<br />

ser, poder y hermosura TMP, 1551). El castigo de Medea es concebir un amor<br />

irresistible por Jasón, que le hace someter su soberbia a un hombre y traicionar a su<br />

patria y a su familia (su hermano y su padre). Y, aunque no aparezca ya en la comedia<br />

calderoniana, los buenos conocedores del mito clásico que se encontraran entre el<br />

auditorio, sabían todas las terribles desgracias que aún aguardaban a la altiva princesa<br />

de Colco, después de abandonar su tierra.<br />

Soberbia y desmesura desborda por todos los poros de su piel Semíramis, la legendaria<br />

reina de Babilonia, en La hija del aire. Su arrogante personalidad se desvela ya desde<br />

los primeros compases de la tragedia, cuando desafía la guardia que de manera tan<br />

celosa le hacía Tiresias: …que hoy / la margen de tus preceptos / ha de romper mi<br />

ambición (HDA, 716). El castigo que recibe es la locura y la muerte, representadas de<br />

manera pavorosa en su invocación a los espectros de sus víctimas: Yo no te saqué los<br />

ojos, / yo no te di aquel veneno, / yo, si el reino te quité, / ya te restituyo el reino. /<br />

Dejadme, no me aflijáis: / vengados estáis, pues muero / pedazos de corazón /<br />

arrancándome el pecho (HDA, 786-787). Su desmesura se centra sobre todo en el afán<br />

de poder, y como tal lo comentaremos con mayor detenimiento en el epígrafe siguiente.<br />

Otro personaje femenino, y ya van tres, caracterizado por su exceso y duramente<br />

castigado por ello es Anaxárate en La fiera, el rayo y la piedra. Insensible al amor que<br />

le dedica Ifis, y desafiante ante el mismo Cupido (Por más que me persuadas / no he de<br />

amar ni he de admitir / tu correspondido amor. / Para ser rayo nací FRP, 1623), su<br />

terrible castigo será ser convertida en una estatua de mármol.<br />

Hay héroes a los que su enorme talento o fuerza hacen incurrir en una actitud soberbia,<br />

y son penalizados por ello. Así le sucede a Ulises en El mayor encanto, amor, que fía a<br />

su astucia vencer los hechizos de Circe, y sin embargo acaba sucumbiendo al amor por<br />

ella: CIRCE.- ¿Quién ha vencido? / ULISES.- El amor, / que, ¿cómo pudiera ser / que<br />

otro afecto me venciera, / donde tu hermosura viera? / Esclavo tuyo he de ser (MEA,<br />

1537). Al final el héroe logra salvarse tras una severísima reconvención de Aquiles que<br />

humilla su altivez. Peor suerte tiene Hércules en Fieras afemina amor. Su grosera<br />

confianza en sí mismo, que le hace despreciar al amor y a la mujer, convencido de que<br />

nada pueden hacer contra su fortaleza, le arrastra a una bochornosa degradación cuando<br />

aparece públicamente vestido en hábito femenino. De afirmaciones cargadas de<br />

arrogancia y autosuficiencia (¿Quién es Amor, o quién es / Venus, para que yo tema /<br />

sus deidades? FAM, 2032), pasa al final de la comedia a una lastimosa disposición de<br />

entrega y súplica (No te duelas de mi fama; / que no quiero que te duelas, / sino de mi<br />

amor. Mi dueño / mi bien, mi esposa, mi reina, / no cautelosa… FAM, 2061).<br />

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