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PERSONAJES MITOLÓGICOS - e-Spacio - UNED

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Irene, y por correr incesantes rumores de que Nino murió envenenado por su ambiciosa<br />

mujer. Se nos hace saber, también, que Menón se suicidó lanzándose a las aguas del<br />

Éufrates. Semíramis, con todo, logra vencer a Lidoro, a quien esclaviza de manera<br />

humillante. Pero cuando está en el cénit de su poder, se anuncia la llegada de su hijo<br />

Ninias, al que el pueblo aclama espontáneamente como rey, hechizado por su belleza y<br />

descontento de ser gobernado por una mujer. Semíramis, en un arrebato de furia, para<br />

castigar el desagradecimiento del pueblo, decide retirarse de manera radical del poder,<br />

suponiendo que la multitud reclamará desesperada su vuelta. Pero el plan le sale mal,<br />

pues el pueblo, en vez de añorarla, aclama a Ninias como un gobernante sensato y<br />

piadoso. Así que Semíramis, que no puede soportar verse alejada del mando (Mi ser era<br />

mi reino… 774), rapta a Ninias con la ayuda de su fiel general Friso y, amparada en su<br />

increíble parecido físico, consigue hacerse pasar por él. Vuelve otra vez a ejercer el<br />

poder absoluto, y se comporta de nuevo de manera airada y tirana, volviendo del revés<br />

todas las prudentes decisiones que había tomado su hijo. En este momento, la gran<br />

amenaza es Irán, hijo de Lidoro e Irene, que reclama la corona de Siria. Semíramis,<br />

empachada de soberbia, sale al ataque con su ejército babilónico y pierde la batalla,<br />

derrota en la que se dibujan sus hados (En fin, Diana, has podido / más que la deidad de<br />

Venus… 786). Abatida, evoca casi en desvarío ante Chato todos sus crímenes, que se le<br />

aparecen como visiones fantasmales: ¿Qué quieres, Menón, de mí, / de sangre el rostro<br />

cubierto? / ¿Qué quieres, Nino, el semblante / tan pálido y macilento? / ¿Qué quieres,<br />

Ninias, que vienes / a afligirme triste y preso? /… / Yo no te saqué los ojos, / yo no te di<br />

aquel veneno, / yo, si el reino te quité, / ya te restituyo el reino… (786). Y con estas<br />

palabras, muere, dejando paso libre al buen gobierno de su hijo Ninias.<br />

B] La leyenda de Semíramis fue transmitida por el historiador siciliano Diodoro<br />

Sículo 852 en su Biblioteca Histórica y tiene un marcado sabor helenístico en lo exótico<br />

del escenario, en el poder absoluto y tiránico de la realeza y en la grandiosidad que la<br />

rodea. Se sitúa, tal y como hemos adelantado, fuera del tronco esencial de la tradición<br />

mítica clásica griega, como un apéndice tardío y notablemente independiente. Aún así,<br />

el hecho de que haya sido un historiador griego quien ha transmitido la leyenda (y el<br />

aroma mítico griego que la rodea), lo relaciona con esta tradición mitológica. Calderón<br />

sigue con distancia creativa los episodios esenciales del relato del polígrafo siciliano.<br />

Semíramis nace de un acto vergonzoso, pero no de una violación. Su madre, la diosa<br />

Dérceto, siente una atracción inspirada por Afrodita (que está enemistada con ella) por<br />

un joven de su cortejo. Consuma su pasión con el joven y, como consecuencia de ello,<br />

concibe a una preciosa niña. Sin embargo, muy avergonzada por su acción, abandona a<br />

la niña a su suerte. De la muerte la salvan unas palomas, detalle de la leyenda que<br />

aprovecha y potencia simbólicamente Calderón hasta en el propio título (Hija del aire).<br />

La relación con Afrodita, circunstancial en Diodoro, también es aprovechada de manera<br />

magistral por Calderón para hacer de Semíramis otro campo de batalla entre Venus y<br />

Diana, y todo lo que ellas representan. También modifica nuestro dramaturgo su niñez,<br />

pues la convierte en un cautiverio tutelado por un adivino, Tiresias, conocedor de su<br />

destino. De toda esta misteriosa fuerza trashumana carece el relato de Diodoro, y ahí<br />

reside el mérito de Calderón, en el uso de un material narrativo bastante aséptico al que<br />

logra infundir una poderosísima carga simbólica y tensión dramática. En su camino de<br />

ascenso al poder es sacrificado su marido Menón (Ones en Diodoro, cf. el apartado<br />

dedicado a Menón). Está también descrito en las páginas de Diodoro su reinado tras la<br />

muerte del rey Nino (nada se menciona sobre su envenenamiento), su gran valor y<br />

852 D. S. II 4-21.<br />

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