PERSONAJES MITOLÓGICOS - e-Spacio - UNED

¡Yo sin reinar! Pierdo el juicio. / Etna soy, llamas aborto; / volcán soy, rayos respiro
(HDA, 761). En uno de ellos llega a asimilar el poder con su propia esencia: Mi ser era
mi reino / sin ser estoy, supuesto que no reino (HDA, 774). Naturalmente, la obra
reflejaba una versión tiránica e injusta del poder monárquico que, es de suponer, se
ofrecería como contraste al prudente y ecuánime gobierno de los Austrias españoles. La
comedia, para suavizar la severa crítica implícita a unas figuras que, en el fondo, no
dejan de ser reyes, propone un modelo de monarca equilibrado y justo, el de Ninias, con
lo que quedaba patente que el mal gobierno no provenía del sistema monárquico, sino
de un mal uso del mismo. Otro modelo positivo es el de Héspero, que se nos presenta en
Fieras afemina amor, como un gran rey conquistador y el antecedente remoto de la
monarquía española.
Excesivos en el ejercicio de su poder, y por ello castigados, nos encontramos a reyes
como Minos (en la segunda jornada de Los tres mayores prodigios) o al Hércules de
Fieras afemina amor. También tenemos en nuestras comedias monarcas indolentes, que
no cumplen con su exigente labor. Es el caso de Ulises en Los encantos de la culpa
hasta que es despertado de su sopor por el espectro de otro gran caudillo, Aquiles. El
rey de Ítaca tiene presos sus sentidos en los placeres que le depara Circe y no atiende a
los deberes derivados de su condición de rey, como severamente le reprocha el
fantasmagórico hijo de Tetis: Y tú, afeminado griego / que entre las delicias dulces / del
amor, de negras sombras / tantos esplendores cubres (MEA, 1542). Algo parecido le
sucede a Apolo, que prefiere dejar de ser astro noble (AYC, 1858) antes de renunciar al
amor de Clímene, haciendo dejación, en este caso, de su condición divina. Atamas se
muestra como un rey blando y medroso, cuando permite que su hija Psiquis sea
abandonada en una isla desierta para tratar de esquivar un oráculo adverso,
justificándolo con una cínica apelación al destino de la joven.
Con todo, lo general es presentar al monarca como una persona investida de una gran
dignidad, muy respetada, y que, en general, desempeña con justicia el poder que
legítimamente le corresponde. El rey, como gobernante absoluto, no es nunca discutido
en cuanto a su legitimidad, aunque se condena un uso arbitrario o indebido de su poder.
La circunstancia de que estas obras fueran escritas para un público áulico, hace que
estas vagas reflexiones pudieran cobrar, eventualmente, un gran interés, aunque
insistimos en que su conexión directa con episodios actuales de la corte nos parece muy
aventurada.
3.5.7 La mujer incómoda
Hay estudiosos que han encontrado en el tratamiento a la mujer en algunas obras de
Calderón lo que podríamos entender, si se salva el anacronismo, como atisbos de una
actitud feminista. Otros, por su parte, argumentan todo lo contrario 1172 . En cualquier
caso, algún comentario merece el tema, pues en las obras que nosotros hemos
considerado tenemos unos perfiles femeninos que no encajan bien en el estereotipo que
1172 MATAS CABALLERO (2002) sintetiza en su artículo, en cierto sentido, ambas posiciones. Estudia la valoración de
la mujer que se desprende de la lectura de El mayor encanto, amor. Aparecen en esta obra, a su entender, algunos
rasgos feministas en el carácter de Circe, pero que son luego reinterpretables en clave misógina, opinión que
compartimos en buena parte. El tema del feminismo en Calderón también es tratado por O‘CONNOR (1983), aunque el
estudio se centra, en este caso, sobre Fieras afemina amor.
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