PERSONAJES MITOLÓGICOS - e-Spacio - UNED

el episodio resulta favorable para la hechicera: …por lo cual, se dice de Medea, como
conocedora del bien, despedazó a sus hijos y a su hermano, y dejó su tierra y su padre
por seguir a Iasón.
AQUILES (Ἀχιλλεύς, Achilles) Total menciones: 309
MEA (11) MDJ (295) FAM (3)
DEIDAMÍA / PELEO / TETIS / ULISES
A] Aquiles, uno de los más grandes personajes míticos de la Antigüedad clásica,
aparece mencionado sólo en tres de las obras consideradas, todas ellas comedias. Y lo
hace de manera muy diversa, pues mientras en una de ellas se nos muestra venido de
ultratumba con toda la imponente majestad del más valeroso de los guerreros, en las
otras dos (en una como protagonista) contemplamos el Aquiles pretroyano, más cercano
a la picaresca que a la épica, cuando su madre lo convence para que, disfrazado de
mujer, trate de eludir el funesto destino que le espera en la guerra. Dos visiones casi
antagónicas de Aquiles que ponen en evidencia el gran dominio que tenía Calderón de
la tradición mítica, lo que le permitía aprovechar un mismo personaje con dos
propósitos totalmente diferentes. Como cabría esperar en el ámbito de la comedia,
nuestro dramaturgo explotó en mayor medida la segunda faz del héroe, que se prestaba
mucho más al enredo galante que la de su dura efigie victoriosa.
En El mayor encanto, Amor es donde nos encontramos un Aquiles solemne, hasta
estremecedor. Se utiliza su figura como símbolo intachable y supremo del valor
guerrero, en ácido contraste con la actitud moralmente reprobable del protagonista,
Ulises, aletargado por el hechizo amoroso de Circe. La aparición de Aquiles tiene una
intensidad progresiva, y supone una suerte de último recurso para espabilar al
adormecido héroe de Ítaca. En un primer momento se hace uso de su simple mención,
cuando Arsidas, príncipe de Trinacria y rival amoroso de Ulises, le echa en cara el haber
cobrado las armas de Aquiles más por su elocuencia que por su valor: Ya sé que por la
elocuencia / has de quedar siempre airoso: / que no heredaras de Aquiles / el grabado
arnés de oro, / si por el valor hubiera / de dárselo a Telamonio (1532). Pero como este
desaire no es suficiente para librarlo del hechizo de Circe, sus compañeros pondrán las
armas de Aquiles a los pies de su lecho mientras duerme, para que esta visión lo
estremezca al despertar. Con todo, el ardid aún no es suficiente. Sólo sacará a Ulises del
dulce y muelle sopor en que lo tiene atrapado Circe la espectral aparición del propio
cadáver de Aquiles, que aparece para reconvenirlo y hacerlo despertar de su indolencia.
Primero se oye su voz desde debajo de la tierra, y luego emerge, en un espectacular
efecto escénico, su cadáver velado, que apostrofa a Ulises y lo insta a descubrir su
rostro. El espectro se ensaña con nuestro héroe (Y tú, afeminado griego… 1542), a quien
reprocha mancillar con su abandono de sí el prestigio de sus armas, y le anuncia el
deseo de los dioses de que las lleve a los pies de su sepulcro. La aparición de Aquiles
cobra el valor de un deus ex machina que desatasca el desenlace de la comedia,
haciendo reaccionar a Ulises y precipitando el fin de Circe.
Poco o nada queda en Fieras afemina Amor del estremecedor Aquiles del drama
anterior. Aquí es mencionado por Hércules como ejemplo paradigmático del gran héroe
que pierde su grandeza por el amor de una mujer: …el de Aquiles me bastara / no más,
para que aborrezca / amor y mujer, cuando oigo / cuán vil, por Deidamia bella, / vistió
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