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PERSONAJES MITOLÓGICOS - e-Spacio - UNED

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echazado por ella. En presencia de ambos explica Dafne la naturaleza del monstruo,<br />

que en origen era un mago al que el pueblo veneró tanto que descuidó el culto de Venus<br />

y Apolo. Los dioses, enojados, hicieron que se desbordara el río Peneo, produciendo<br />

grandes destrozos. Los lugareños se ensañaron con Fitón, al que creían origen de sus<br />

males, y lo mataron, aunque pronto lo volvieron a extrañar, violentando de nuevo a los<br />

dioses, que enviaron sobre el lugar unos monstruos terribles, siendo el peor de ellos una<br />

escamada serpiente que se albergó en la cueva de Fitón, lo que motivó a la siempre<br />

errada / superstición a que diga / que es de su cadáver alma (1743). De nuevo el<br />

pueblo acude con plegarias y sacrificios a los dioses, y en esas estaba Dafne cuando, un<br />

tanto extraviada del camino, fue amenazada por la fiera. Narrada la historia, Dafne, que<br />

no sabe a cuál de los dos (Céfalo o Silvio) agradecer su liberación, les propone un<br />

certamen galante: quien la aborrece debe simular amor, y quien la ama, aborrecimiento.<br />

En lo que hace al problema de la fiera, Venus y Apolo han sido receptivos a los ruegos<br />

del pueblo y una y otro (Venus a través de Amor), prometen librarlo de la monstruosa<br />

serpiente. Como es de esperar, se establece una rivalidad divina, y ambos ensalzan sus<br />

poderes y ridiculizan los del contrario. Dice Apolo: Tu peligro recela; / que no es trofeo<br />

/ tan gran monstruo de un niño / desnudo y ciego (1748); y le responde Amor: si tus<br />

rayos enferman, / matan mis rayos (1748). A la hora de la verdad, Amor, ante el<br />

monstruo, no se muestra muy valiente: ¡Ay de mí! / Que al verte de tan cerca, / arco y<br />

flecha perdí (1749), mientras que Apolo abate con arrojo a la bestia. La reacción de los<br />

lugareños y las ninfas, con Dafne a la cabeza, es ponerse a los pies del vencedor, lo que<br />

desaíra vivamente a Amor. Al colocarle Dafne una guirnalda en la cabeza a Apolo, se<br />

desmaya con el vislumbre de una premonición, su metamorfosis en laurel. Finaliza la<br />

jornada con la amenaza de Amor: Pues que de celos muero / nunca más Amor fui; /<br />

pero de mi venganza / presto llegará el fin (1750).<br />

En el inicio de la segunda jornada se describe la competición entre Amor y Apolo: el<br />

primero ha ordenado a Eco repetir su nombre, y el segundo a Iris, que a través de las<br />

aves, extienda el antídoto del amor, el olvido. Por otra parte, en el certamen galante<br />

entre Céfalo y Silvio la simulación se ha convertido en verdadero sentimiento, merced a<br />

los oficios de las dos divinas mensajeras. Dafne sigue confundida con respecto a cuál de<br />

los dos conceder su gratitud, pero en esto llega Apolo y Amor aprovecha la ocasión para<br />

ejercitar su venganza (…vuelen / invisibles flechas, que uno / apague lo que otro<br />

enciende 1755). Nada más recibir el dardo, Apolo siente una atracción irresistible por la<br />

ninfa, en la misma medida en que ella rechaza al dios. Finalmente tiene lugar el<br />

desenlace esperado: Apolo corre en pos de Dafne quien, al ser alcanzada, suplica a los<br />

dioses y a su padre Peneo ser convertida en laurel, cosa que los dioses le conceden. Al<br />

final, Apolo, desolado, se consuela ensalzando al laurel como el árbol que ha de ser<br />

símbolo de la victoria y adornándolo con una serie de atributos: Y yo, porque desde aquí<br />

/ por sagrado le venere / el mundo, elijo sus hojas / para lauro de mis sienes; / siendo<br />

su nombre laurel, / a quien ni el ábrego hiele, / ni el cierzo abrase; gozando / de iguales<br />

verdores siempre / del rayo estará seguro; / y para que más se aumente / su honor, con<br />

él sus victorias / han de coronar los reyes (1762).<br />

En Ni Amor se libra de amor, la criada Flora considera que Psiquis sospecha que quien<br />

la visita es un dios (en referencia a Cupido) …bien como / por Endimión Diana, / por<br />

Dafne Apolo, por Leda / Júpiter… (1969). Calderón echa mano de un repertorio de<br />

amores famosos entre grandes dioses y mortales para ilustrar el episodio.<br />

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