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PERSONAJES MITOLÓGICOS - e-Spacio - UNED

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estos dos niños abandonados y acosados es toda una bendición. En Apolo y Clímene, el<br />

dios, al aparecer en el locus amoenus que se describe, canta la belleza del paraje: Y<br />

porque no disuene / la envidia de las ramas, / en los troncos y copas / suenan Favonio y<br />

Aura (1834). Estas dos suaves corrientes son el remate de un conjunto ideal. En La hija<br />

del aire Nino se aconseja guardar para sí sus sentimientos amorosos …que aun no es<br />

tiempo que sopladas / sus cenizas del Favonio / de Amor, el fuego descubran / que arde<br />

ocultamente sordo (740). El viento vuelve a ser caracterizado como una suave brisa que<br />

aviva el rescoldo del amor. En El hijo del Sol, Faetón, tres coros de ninfas cantarán al<br />

vástago del Sol coronado. Uno de los coros es el de Amaltea: Bellos triunfos de<br />

Amaltea, / a quien inspira el Favonio… (1899). En Fortunas de Andrómeda y Perseo,<br />

al comienzo de la segunda jornada, el héroe tiene una especie de sueño o visión que<br />

proyecta una explicación a los enigmas de su vida; entre ellos, su concepción por parte<br />

de Júpiter. El Favonio, colado por las rendijas de la prisión de Dánae, ha transmitido al<br />

padre de los dioses las excelencias de la joven: Favonio, el galán de Flora, / que es el<br />

que penetra solo / tu alcázar (porque no hay / alcaide para Favonio)… (1655).<br />

También se le cita en esta comedia como veloz amante de Aura (1658). Por último, en<br />

el auto sacramental El divino Jasón, el Mundo anuncia a Idolatría la llegada de la<br />

divina nave Argo, soplada por venturoso viento, porque Auras y Favonios son / los que<br />

sus alas animan… (64).<br />

B] Además de su soplo propiciatorio, vemos a Favonio relacionado como galán de<br />

Flora y amante de Aura. La segunda expresión parece un pleonasmo poético. En cuanto<br />

a su relación con Flora (cf. el apartado dedicado a ella), el sustrato mítico que justifica<br />

ese apelativo lo encontramos en Ovidio 457 , quien nos cuenta el rapto de Flora por Céfiro<br />

(o Favonio), que la hace su feliz mujer. Ovidio, que probablemente improvisa la<br />

adaptación de este mito al universo latino, lo asocia al de Céfiro y Cloris para darle su<br />

necesario abolengo heleno: Yo, que ahora me llamo Flora, era antes Cloris.<br />

Trabucadas las letras de mi nombre en griego, sueno así en idioma latino. Pero tal vez<br />

la más conocida de las apelaciones al soplo propiciatorio del Favonio la encontramos en<br />

la célebre oda horaciana 458 que canta la llegada de la primavera: Se disipa el duro<br />

invierno con la grata llegada de la primavera y el Favonio…<br />

C] En nuestra poesía pastoril no podía estar ausente este suave y fecundo soplo. En un<br />

pasaje de Garcilaso 459 , el poeta, tal vez no calibrando del todo la identidad de ambos<br />

vientos, cita al Favonio junto con su nombre griego, Céfiro, en el contexto idílico de la<br />

llegada de la primavera: Cual suele acompañada de su bando / aparecer la dulce<br />

primavera, / cuando Favonio y Céfiro soplando / al campo tornan su beldad primera, /<br />

y van artificiosos esmaltando, / de rojo, azul y blanco la ribera…<br />

457 Ov. Fast. V 195-212 (195-196) Chloris eram quae Flora vocor: / corrupta Latino nominis est nostri littera<br />

Graeca sono.<br />

458 HORACIO, Od. I 4 1<br />

459 GARCILASO DE LA VEGA, Égloga III, 321-326.<br />

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