PERSONAJES MITOLÓGICOS - e-Spacio - UNED

competencia / de cual mayor lustre, mayor excelencia / da al uno en las armas, que al
otro en las letras EDP, 2074). La defensa de sus postulados lleva a los dos titanes,
hostigados por Discordia, al enfrentamiento directo. Sin enfrentamiento, pero también
asumiendo dos principios diferentes, tenemos a Atlante y Héspero, el primero dedicado
al estudio y la sabiduría, y el segundo a la lucha. Como supuestos hermanos aparecen
Faetón y Épafo en El hijo del Sol, Faetón, y su competencia, a pesar de la buena
disposición inicial de Épafo, es feroz por los favores de Tetis. Al comienzo de la
comedia las hazañas de Faetón le son reconocidas a Épafo por error, y a pesar de la
buena voluntad de éste, Faetón no puede soportar en su ánimo soberbio ese desprecio a
sus merecimientos y se enzarza con su hermano entre duras amenazas: Romperte el
pecho / tan en átomos, que fueras / vil desperdicio del viento (HSF, 1873). La disputa
por Tetis será el desencadenante de la tragedia final, pues Faetón pierde el control del
carro del sol cuando contempla cómo Épafo pretende abusar de la ninfa (¿Qué es lo que
miro? ¡Ay de mí! / Traidor Épafo, alevoso, / ¡Robada a Tetis se lleva! HSF, 1901). Por
el amor de Teseo disputan Ariadna y Fedra en Los tres mayores prodigios, aunque la
decisión la toma el héroe sin ninguna condición, postergando a Ariadna hasta el punto
de que la joven se presenta como esclava suya… (TMP, 1587). El sentimiento de sus
hermanas hacia Psiquis es de envidia y crueldad en Ni amor se libra de Amor. No
pueden soportar la altura de su estado y conspiran para acabar con su felicidad
(SELENISA.- De envidia muero. ASTREA.- Yo de envidia y celos ALA, 1974). Sin
embargo, Psiquis no les tendrá en cuenta esta mala conducta y la comedia les deparará
un final feliz junto a sus respectivos maridos.
3.5.5 El castigo a la soberbia
Uno de los pilares conceptuales de la antigua tragedia griega era una reprensión de la
soberbia o el exceso con carácter ejemplarizante. Se partía de la base de que el ser
humano tiene unos límites que es insensato (e impío) desbordar, y que el intento
consciente de traspasarlos incurre en una transgresión moral severamente castigada por
los dioses, a la que daban el nombre de hybris. El mensaje casaba perfectamente con el
componente religioso y cívico-didáctico de aquella manifestación teatral. El exceso
podía convertir una causa justa (como, en principio, serían las de Creonte y Antígona en
la obra de Sófocles que lleva el nombre de ésta) en una transgresión digna de censura y
castigo.
En estas obras mitológicas de Calderón tenemos algún ejemplo que nos recuerda mucho
ese rasgo de la venerable tragedia griega 1170 . La comedia que de manera más explícita
recoge este planteamiento y lo convierte en su eje argumental es El hijo del Sol, Faetón.
En ella observamos cómo una causa noble y justa, como es la de que un hijo alcance el
reconocimiento su padre y consiga así la promoción social que merece, se ve extremada
hasta traspasar todos los límites. Faetón alcanza su objetivo de que Apolo lo reconozca
como hijo legítimo, pero, no contento con ello, hace jurar al astro por la laguna Estigia
que le concederá un deseo cargado de soberbia (A tus plantas me sube, / más la
ambición que la nube HSF, 1897), la imposible tarea de conducir su carro. Desoyendo
1170 HAVERBECK OJEDA (1973) dedica un artículo a repasar este asunto en tres de los personajes que se mencionan en
este epígrafe: Ulises (que es analizado en dos comedias, El mayor encanto, amor, y El golfo de las Sirenas), el
Hércules de Fieras afemina Amor, y la Anajarte de La fiera, el rayo y la piedra. Llama la atención sobre el distinto
desenlace de los tres, pues mientras Ulises logra sobreponerse, Hércules debe sufrir un duro castigo y la inflexible
Anajarte paga su soberbia con la vida. El autor encuentra en el dibujo de estos tres personajes una clara intención
moralizante.
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