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PERSONAJES MITOLÓGICOS - e-Spacio - UNED

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desenvolverse a los personajes en la trama argumental de una leyenda mítica bien<br />

conocida.<br />

6. Por último, es un principio estratégico de composición dramática (tan esencial en el<br />

cine, nuestra dramatización moderna), el hecho de que emergen con más fuerza las<br />

verdades veladas que las que son declaradas directamente y sin ambages desde un<br />

principio. La ambigüedad que presenta el auto entre lo que cuenta el mito y la poderosa<br />

verdad que se oculta en él (la alegoría, en palabras del propio Calderón, no es más / que<br />

un espejo que traslada / lo que es con lo que no es VDP, 1242), crea un ambiente de<br />

ligera duda, una suerte de calado cortinaje que se deshace de manera rotunda en los<br />

espectaculares desenlaces de los autos, en los que siempre se termina con una exaltación<br />

religiosa del sacramento de la eucaristía totalmente desvelado, sin el menor matiz de<br />

ambigüedad.<br />

3.4.3 El amor, epicentro temático del drama mítico<br />

Aunque, como veremos, Calderón supo dar forma en sus dramas mitológicos a una gran<br />

cantidad de temas (entre ellos, los que aparecen de manera recurrente como pilares<br />

ideológicos de su teatro y que vamos a repasar en el siguiente capítulo de este trabajo),<br />

hay un asunto que prevalece claramente sobre todos los demás y merece un tratamiento<br />

especial: el amor 1156 . Un estudio pormenorizado de la cuestión merecería un trabajo de<br />

dimensiones mucho mayores que el breve espacio que nosotros podemos dedicarle. El<br />

amor es el gran tema del teatro español del Siglo de Oro, no sólo del de Calderón. En su<br />

casuística inagotable, está presente en todas las obras que hemos estudiado, desde la<br />

máxima espiritualización del auto sacramental, hasta su vertiente más sensual,<br />

personificada en las figuras de Circe, Escila o Caribdis. Lo vemos tratado<br />

frecuentemente con superficialidad (como en Fineza contra fineza), pero otras veces<br />

con concentrada profundidad (como en La fiera, el rayo y la piedra, verdadero tratado<br />

en estilo dramático sobre la pluralidad y complejidad del sentimiento amoroso).<br />

Estorban su entendimiento, también, las férreas convenciones de género que atenazan a<br />

la comedia y que convierten muchos tramos de estas obras en insoportables<br />

exhibiciones de galanteo, fórmulas sin contenido para engrosar el esqueleto narrativo<br />

del drama. Vamos a repasar las muchas caras del sentimiento amoroso, tal cual aparecen<br />

en nuestras comedias, y vamos a tratar de encontrar una síntesis en la percepción del<br />

amor por parte de nuestro poeta. Todo ello teniendo presente lo más posible los<br />

referentes clásicos.<br />

Casuística de amores<br />

En los autos sacramentales contemplamos el amor en su manifestación más pura y<br />

abstracta, el amor religioso, el que manifiesta Jesucristo por el hombre y que lo arrastra<br />

al sacrificio y a la muerte. Un amor espiritual, por cuanto apela a la parte inmaterial del<br />

ser humano, y salvífico, por cuanto esa parte inmaterial es inmortal. Y un amor<br />

sacrificado, porque sólo a través del sufrimiento y la muerte llega a su éxtasis, a su<br />

depuración: ¿Qué culpa al Amor no cuesta / sangre para su remedio? (PCT, 345). Por<br />

descontado, nada de esto tenemos en la concepción del amor propia de la Antigüedad<br />

pagana, aunque sí que es preciso llamar la atención sobre el buen tino de Calderón a la<br />

1156 Para un tratamiento general del tema es muy recomendable la lectura del tratado monográfico de PAILLER (1974).<br />

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