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PERSONAJES MITOLÓGICOS - e-Spacio - UNED

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Tesalia, donde fuimos / asombro de sus estudios, / y de sus ciencias prodigio (1516). En<br />

realidad, según la tradición mitológica más recibida, Medea es sobrina de la famosa<br />

hechicera de la Odisea, pues su padre Eetes y Circe son ambos hijos de Helio. Este<br />

parentesco se convierte en un notable paralelo entre ambas, cuando el personaje de<br />

Medea aparece desarrollado en la primera jornada de Los tres mayores prodigios,<br />

dedicada al ciclo de los Argonautas. La sabia y docta Medea (1554), como se denomina<br />

a sí misma, tiene habilidades muy parecidas a las de Circe (hechicera, nigromante,<br />

piromante, intérprete de los muertos), y como ella vive de manera aislada y agreste. Al<br />

principio de la comedia aparece sumamente encolerizada por el hecho de que Friso no le<br />

dedique a ella el vellocino de oro, sino a Marte. A pesar de las muy razonables<br />

explicaciones que da Friso para justificar la decisión que ha tomado, Medea se<br />

considera por encima de Marte, incluso para aconsejar sobre asuntos de guerra. Desde el<br />

principio se ve que el personaje ha sido caracterizado, fundamentalmente, por su<br />

soberbia: Ni Marte con su poder, / ni con su hermosura pura / Venus, ni Amor con su<br />

ser, / han de humillar ni vencer / mi ser, poder y hermosura (1551). Soberbia que llega<br />

al extremo de desafiar a todos los dioses del cielo: Contra mí no tiene, no / fuerza todo<br />

el cielo. Yo / su fábrica singular / sola puedo trastornar (1551). Basa esta jactancia en<br />

la sabiduría que ha sido capaz de adquirir: …a cuyo mágico estudio / son caracteres y<br />

letras / en la campaña las flores / y en el cielo las estrellas (1554). La ofensa a Marte,<br />

que se aplica por extensión a Venus y Amor, va a ser vengada por los segundos<br />

infundiéndole una atracción irresistible hacia Jasón. Hasta su padre se sorprende de este<br />

sentimiento (¡Gracias al cielo que un día / tratable, Medea, te muestras! 1555), al<br />

mostrarse hospitalaria con Jasón. Medea es consciente de que la venganza de los dioses<br />

se está ejecutando sobre ella: que Venus, Marte y Amor / de otra manera se vengan; /<br />

pues ya Marte en mis sentidos / ha introducido otra guerra (1555). No falta en la<br />

comedia el obligado ritual de galanteo cuando Medea simula no saber si prefiere a Jasón<br />

o a Friso, y establece una competición entre ambos, una suerte de certamen cortés en el<br />

que el ingenio verbal es fundamental, pero que acaba por hastiar a la inductora: ¿Cómo<br />

habláis los dos así? / Duelos del ingenio, no / el acero los lidió (1559). Medea pide más<br />

méritos para conseguir su banda (y a ella misma), lo que hace que Jasón la ofrezca el<br />

vellocino. Esta promesa sí que está a la altura de sus expectativas, por lo que decide<br />

prestar ayuda al joven, al tiempo que se va enamorando apasionadamente de él: ¿Para<br />

cuándo han sido / mis estudios? ¿Para cuándo / mis portentos y prodigios? (1559).<br />

Con la imprescindible ayuda de Medea, Jasón consigue el vellocino. Con él huyen<br />

ambos, aplicando de nuevo Medea sus artes en desbaratar y enfrentar a sus<br />

perseguidores entre sí. En el acto tercero, cuando Jasón y Teseo llegan junto a Hércules,<br />

es Medea quien descubre, con sus artes mágicas, que el manto está impregnado con<br />

sangre de la Hidra.<br />

En Fieras afemina amor Medea se muestra como uno de los ejemplos que da Hesperia<br />

a Hércules de mujeres que arrastraron a la pasión amorosa a grandes personajes<br />

históricos y héroes mitológicos: Jasón / por la gran Medea; después / Teseo por<br />

Ariadna (2056).<br />

Por último, en el auto sacramental El divino Jasón, Medea es presentada como la<br />

Superstición pagana, que flaquea en sus convicciones nada más ver a Jasón, sobre todo<br />

cuando aprecia la fortaleza de la nave. Cuando Idolatría es vencida por el símbolo de la<br />

cruz, Medea se entrega totalmente a Jasón (la sabiduría pagana cede ante la revelación<br />

cristiana) y permite su acceso al vellocino de oro (el Alma humana). Medea, a pesar de<br />

la codificación alegórica, sigue manteniendo alguna de sus tradicionales señas de<br />

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