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PERSONAJES MITOLÓGICOS - e-Spacio - UNED

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común para designar criadas o sirvientas en las comedias calderonianas (en Psiquis y<br />

Cupido, por ejemplo, Flora es una criada de la joven princesa que se queda con ella en<br />

la isla donde ha sido abandonada). Libia, que hemos incluido en nuestro repertorio<br />

como un lugar sujeto a sus tópicos de raigambre mítica (la ponzoñosa región africana<br />

cuajada de fieras), es en Calderón un nombre muy socorrido para doncellas o criadas,<br />

así como también su forma masculina Libio. En La Hija del aire, Libia es la doncella a<br />

la que pretende el general Licas (que no guarda relación alguna, por otra parte, con el<br />

célebre compañero de Heracles). Algunos de estos nombres trascienden incluso el<br />

ámbito de las comedias mitológicas y se usan como denominación de personajes<br />

comunes en otras piezas de Calderón 1141 .<br />

En general, contrasta la corrección en la forma de los nombres (que vamos a analizar un<br />

poco más abajo) con la poca escrupulosidad en el uso de la onomástica mitológica. El<br />

poeta tenía un abanico infinito de posibilidades para denominar a los personajes sin<br />

soporte mitológico de sus comedias y evitar así una posible confusión en el lector o<br />

espectador de su época. Pero no lo hizo, y eso indica que sobre el respeto escrupuloso a<br />

la tradición mítica primaban otras consideraciones. Es evidente que Calderón se<br />

propone con estos nombres (y con muchos otros de sabor helenizante, como son, sin<br />

salir de El mayor encanto, amor, los casos de Antistes, Arquelao, Timantes, Arsidas o<br />

Lisidas que utiliza para designar a los compañeros de Ulises) darle al relato un barniz de<br />

fábula antigua. Nuestro poeta es muy consciente de que en su obra tiene muchas más<br />

importancia el efecto actual sobre sus espectadores, que el rigor en la manipulación de<br />

la tradición literaria clásica. Porque bien poco le hubiera costado tomar nota de los<br />

verdaderos compañeros de Ulises. Bien mirado, más que indiferencia hacia un principio<br />

de precisión filológica, esta actitud pone de manifiesto la primacía sobre cualquier otra<br />

consideración de la coherencia interna del texto y el respeto a sus convenciones<br />

genéricas, y la podemos relacionar, salvando las distancias, con la defensa de ese mismo<br />

texto ante los excesos de espectacularidad escénica que proponía el fontanero Lotti (cf.<br />

págs. 37-38) en la representación de su primera comedia mitológica. Un exceso de<br />

sometimiento a la fuente primitiva embarazaría la libertad dramática del creador para<br />

elaborar un producto a la medida de su público. A nuestro autor le interesa mucho más<br />

que la onomástica de sus personajes suene a antigüedad mítica que la correspondencia<br />

sea exacta. En el fondo estamos ante una convención dramática, y el Friso cortesano de<br />

Semíramis hablará en la comedia con las mismas pautas de expresión y comportamiento<br />

que el Frixo hermano de Hele e hijo de Atamante, con lo que la exactitud en la<br />

asignación del nombre no parece un asunto prioritario, siempre que se respeten las<br />

identidades fundamentales que conectan drama y mito.<br />

Precisión formal en los nombres de persona<br />

Hechas esas importantes salvedades, el uso de los nombres míticos en Calderón es, en<br />

general, bastante preciso, y su forma bastante regular 1142 , presentando su versión<br />

consolidada hoy en día, salvo en unos pocos casos, en que aún se perciben vacilaciones<br />

1141 HUERTA Y TORTAJADA (2002), en la introducción a su Diccionario, hacen mención expresa a esta circunstancia.<br />

Su repertorio es, por otra parte, un método ideal para hacer un seguimiento de la presencia de éstos (o de cualquier<br />

otro nombre propio) por toda la obra de Calderón.<br />

1142 Naturalmente, hacemos esta valoración a partir de la edición que hemos seguido, la debida a VALBUENA BRIONES<br />

y VALBUENA PRAT para Aguilar (1991; 5º edición para el segundo tomo, 2ª edición para el tercero). Seguro que se<br />

tendrían que aportar muchos matices a lo dicho (que quedan, por descontado, fuera del alcance de nuestro trabajo) a<br />

partir del estudio de los testimonios manuscritos y de las primeras ediciones impresas.<br />

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