PERSONAJES MITOLÓGICOS - e-Spacio - UNED

a Hércules cuando le insta a cruzar solo el río Aqueloo y confiarle a Deyanira para una
travesía más segura.
C] En la literatura española se siguió esta práctica. Curiosamente, nos encontramos
asociado este nombre en numerosas ocasiones con el árbol del olmo (o álamo, porque, a
pesar de ser árboles distintos, con frecuencia se confunden literariamente). Así lo
encontramos en Garcilaso 101 : El álamo de Alcides escogido / fue siempre, y el laurel del
rojo Apolo. Góngora 102 , por su parte, utiliza el nombre de Alcides, en una atrevida
metonimia erudita, como otra manera de designar al mismo árbol: Oro le expriman
líquido a Minerva / y, los olmos casando con las vides, / mientras coronan pámpanos a
Alcides, / clava empuñe Liëo. Calderón, según hemos visto, hizo uso, aunque parco, de
esta tradición.
CAM (20)
ALECTO (Ἀλληκτώ, Allecto) Total menciones: 20
FURIAS / MEGERA / TISÍFONE
A] Alecto es una de las tres Furias, nombre con el que los romanos designaron a las
Erinias griegas, violentas divinidades primordiales (nacidas de la sangre de la
mutilación de Úrano vertida en la tierra), no sujetas a la autoridad del orden olímpico.
Su función esencial en la mitología griega consiste en atormentar al criminal, resultando
algo así como la personificación del remordimiento. En la única comedia en que
aparecen, Celos, aun del aire, matan, Calderón recoge de esa tradición el aspecto más
amedrentador de las Furias, convirtiéndolas en ejecutoras de la ira de alguna divinidad
superior, inoculando en sus víctimas los sentimientos negativos que provocan, de
manera ineluctable, el terrible fin que persiguen. No mantienen, sin embargo, ni su
arrogante independencia ni su especialización como látigo de la conciencia de los
criminales.
Alecto aparece en esta comedia como la más activa de las tres Furias, como el
instrumento del que se sirve Diana para vengar su orgullo ofendido, en la pugna
conceptual que mantiene con Venus por establecer la primacía de los valores de la
castidad y continencia (que ella representa), sobre el irresistible atractivo del amor y la
pulsión sensual, que son propios de Venus. Diana está especialmente indignada con la
conducta de Procris, que había sido una de sus más fervientes servidoras hasta caer
perdidamente enamorada de Céfalo. Alecto ejecutará la venganza infiltrando en la ninfa
el veneno de los celos, tal cual le encomienda Diana: Tú, Alecto, pues que Procris / con
Céfalo me injuria, / pues apóstata mía, / con él de amor en las delicias triunfa, / en su
rendido pecho / harás que se introduzca / de los celos el áspid, / que entre las flores del
amor se oculta (1803). Alecto, en acción concertada con sus hermanas Megera y
Tisífone, lleva a cabo con eficacia su cometido, pues serán los celos los que
desencadenen el triste fin de Procris y el triunfo de Diana.
101 GARCILASO DE LA VEGA, Ég. III, 353-354.
102 GÓNGORA, Soledades, I, 827-830.
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