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PERSONAJES MITOLÓGICOS - e-Spacio - UNED

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manera tajante, como Anajarte, convertida en mármol, por haberse atrevido a desafiar al<br />

amor: …pues no tienen / esos orbes celestiales / estrella que a mí, no digo / me incline<br />

para que ame, / mas para que no aborrezca / por más que del cielo baje / el<br />

correspondido amor / a persuadirme suave / yugo suyo… FRP, 1629). Podríamos<br />

resumir este primer presupuesto de Calderón con el viejo adagio virgiliano: omnia vincit<br />

amor, y también con las primeras palabras del famoso coro de la Antígona de Sófocles,<br />

Amor, invencible en la batalla. Todo se deja por el amor, como le sucede a Deidamía<br />

cuando, enamorada de Aquiles, no duda en ofrecerle ser tuya, / aunque se aventure /<br />

padre, esposo, honor y reino (MDJ, 2020). En realidad, resistirse al amor es algo<br />

antinatural, como ponen de manifiesto las palabras de Anajarte ante el propio Anteros:<br />

Por más que me persuadas / no he de amar ni de admitir / tu correspondido amor. /<br />

Para ser rayo nací (FRP, 1623).<br />

Sin embargo, y sin cuestionar este principio, existe alrededor del sentimiento amoroso<br />

una dialéctica permanente entre dos fuerzas, representadas simbólicamente por Venus y<br />

Diana 1158 , que asumen perfiles a veces no muy precisos. En general, Venus favorece la<br />

pasión amorosa (…deidad, / que a ser llama nació espuma PDR, 1804), mientras que la<br />

casta Diana significa la continencia (en forma, a veces, de amor no correspondido).<br />

Pero tanto en una como en otra tendencia se puede extremar el sentimiento, llegando a<br />

manifestarse de forma antinatural, en una pasión enloquecida en la primera y en un<br />

aborrecimiento desconsiderado en la segunda (Deidad que en sus estatutos, / contra<br />

naturales leyes / manda al aborrecimiento / que a pesar del amor reine FCF, 2103).<br />

En varias comedias se dirime esta lucha (Celos, aun del aire, matan, Amado y<br />

aborrecido, Fineza contra fineza…), aunque en la que con más crudeza se manifiesta es<br />

en La hija del Aire. La pugna entre las dos diosas condiciona el origen de Semíramis.<br />

La hermosa niña es consecuencia de la violación de Arceta, una de las ninfas de Diana.<br />

La diosa virginal, ofendida, envía unas alimañas para que acaben con el fruto de tal<br />

afrenta. Venus, sin embargo, para quien ese nacimiento es prueba de su poder, la salva<br />

por medio de unas aves, de donde le vendrá a Semíramis su apelativo de Hija del aire:<br />

«Esta infanta, alumna es mía / y como siempre vivimos / opuestas, Diana y yo, / la<br />

ofende ella, y yo la libro» (HDA, 724-725). Las dos fuerzas en litigio forjarán el<br />

destructivo engendro que significa Semíramis, Diana inspirando sus maneras varoniles<br />

y el uso cínico y despiadado de las pasiones amorosas que provoca, y Venus su<br />

irresistible atractivo físico. Combinación letal que causará todo tipo de estragos según<br />

avanza la comedia. Al final, Semíramis siente que con su muerte se cumple la<br />

persecución que Diana había empezado desde que era niña: En fin, Diana, has podido, /<br />

más que la deidad de Venus… (HDA, 786). En otras comedias el debate entre las dos<br />

diosas es el eje de la trama, aunque no consiguen semejante intensidad dramática. Así<br />

sucede en Amado y Aborrecido, donde no hay, en rigor, un argumento mitológico. Su<br />

consideración como comedia mitológica viene avalada, precisamente, por la pugna entre<br />

Diana y Venus, que se presenta desde el planteamiento inicial en que Gnido y Chipre<br />

están enfrentadas, como ésta a Venus consagrada ha sido, / aquella consagrada fue a<br />

Diana, / de cuyo opuesto rito ha procedido / entre las dos una enemistad tirana / que<br />

las mantiene en iras y rencores, / hija de olvidos una, otra de amores (AYA, 1687).<br />

1158 Dicotomía que implica una visión exclusivamente masculina de la mujer. Es fácil suponer que alguna asociación,<br />

consciente o inconsciente, tenía esta visión de la mujer con los estereotipos que en la tradición católica implican la<br />

Virgen María y Eva, los dos rostros antagónicos del sexo femenino, contemplados siempre con exceso: desde la<br />

máxima pureza virginal y el amor materno al más abyecto pecado de depravación sexual.<br />

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