PERSONAJES MITOLÓGICOS - e-Spacio - UNED

Dejando de lado si la biografía de Calderón pudo influir en su tratamiento de estos
temas (la posible mala relación con su padre, derivada de las segundas nupcias de éste),
lo que es cierto es que tenemos en estas comedias una abundante presencia de conflictos
familiares. El más frecuente y productivo dramáticamente (y que se solapa en buena
parte con lo tratado en los epígrafes dedicados a la culpa heredada y a la libertad y el
destino) es el que se vive entre padres e hijos 1169 , cuando los primeros, tratando de
ocultar su culpa y protegerles de un destino aciago, coartan severamente su libertad,
bien no reconociéndolos como hijos, bien ocultándolos fuera del trato humano. Una
lucha sin cuartel por el reconocimiento de su alto origen es la que emprenden Faetón y
Perseo. Ambos se vislumbran hijos de una gran deidad, y rechazan su condición
humilde, exigiendo el reconocimiento paterno, que al final consiguen. Faetón, en El hijo
del Sol, Faetón, hace todo lo posible hasta que consigue ser reconocido por su padre, a
pesar de la oposición de su madre y sus funestos vaticinios (Loco o no, he de presumir /
desde hoy de hijo del Sol HSF, 1889). Perseo también busca su reconocimiento, a pesar
del humilde origen que le echan en cara sus compañeros: …qué te persuade a pensar /
que eres más que un extranjero / advenedizo pastor, / hijo vil de un adulterio (FAP,
1643-4), y lo consigue, tras superar durísimas pruebas. Esta comedia, como ya hemos
puesto de manifiesto más de una vez, es una de las pocas con verdadero final feliz,
contraviniendo el esquema más habitual. Éste lo encontramos en la lucha emancipadora
de Clímene frente a Admeto (AYC), de Faetón frente a Clímene (HSF), de Narciso
frente a Liríope (EYN), de Semíramis frente a Tiresias (HDA) y de Aquiles frente a
Tetis (MDJ). En estos casos el conflicto se presenta en su clásico molde segismundiano,
en que el desafío a la autoridad del progenitor interacciona de manera inextricable con
otros fuertes principios actuantes: el peso del destino y la culpa heredada, a los que ya
hemos hecho mención. Naturalmente es difícil no apreciar la figura eterna (una de las
piezas clave del psicoanálisis) del padre protector (castrador parece un epíteto
innecesariamente cruel) que trata de sofrenar los peligrosos ímpetus juveniles de sus
vástagos. Pero además de independencia, se busca el conocimiento, la realización plena,
con sus ventajas y sus riesgos.
En los casos anteriores, los padres quieren a sus hijos, y su actitud está motivada por su
afán de protección. Pero también hay casos de malos padres, progenitores egoístas o
abúlicos que maltratan de manera consciente a sus hijos. El caso más notorio lo ofrece
la Semíramis de la Hija del aire, típico perfil de maltratador maltratado. No duda en
recluir y humillar a su hijo Ninias, legítimo heredero, para mantenerse en el poder (Ya
he dicho que ladrona / he de ser de su cetro y su corona HDA, 774). El rey Atamas
tampoco ofrece un perfil muy amante, pues ante la conducta irreprochable de su hija, él
responde con cínico oportunismo, cuando la deja abandonada en una isla desierta
temeroso de los hados, y responsabiliza de ello al influjo de tu estrella (ALA, 1961).
También se presentan problemáticas las relaciones entre hermanos. Calderón, que gusta
de construir planteamientos simétricos, utiliza con alguna frecuencia a dos hermanos
como representantes de dos ideas opuestas: el caso más notorio es el de La estatua de
Prometeo, donde tanto en la esfera humana (Prometeo y Epimeteo) como en la divina
(Palas y Minerva), dos hermanos asumen los valores contrarios que pugnan en el drama:
Prometeo y Minerva representan el gusto por las letras, la sabiduría y la educación,
mientras que Epimeteo y Palas son estandarte de las armas y la lucha (Trabada la
1169 PARKER (1966) se ocupa de manera monográfica de este tema, haciendo alusión al caso paradigmático de Faetón.
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