PERSONAJES MITOLÓGICOS - e-Spacio - UNED

En Ni Amor se libra de amor, Cupido es el nombre que figura en las entradas del
personaje, aunque ello no obsta para que encontremos referencias al mismo dios como
Amor. A lo largo de esta comedia, basada en la hermosísima leyenda de Psique y
Cupido popularizada por Apuleyo 115 , el dios se nos muestra en una dimensión mucho
más espiritual, y cobra un enfoque muy diferente (ya desde la propia fuente clásica) a la
visión más convencional con que nos hemos encontrado en los dramas precedentes.
Aquí Amor representa un sentimiento puro, casi religioso (no es extraño que Calderón
hiciera uso de este argumento en dos autos sacramentales), un trasunto de la apetencia
del espíritu humano por encontrarse con su principio creador.
En los autos sacramentales Psiquis y Cupidο (Toledo) y Psiquis y Cupido (Madrid), la
visión del mito asume una clave estrictamente religiosa, en la que Amor se convierte en
Cristo y Psiquis en el alma humana. En el auto sacramental, el mito, sometido a una
total recodificación, pierde buena parte de su ligazón con la fuente clásica. Y no se
necesita forzar ninguna interpretación, pues el texto es explícito por si sólo (Bien sabes,
fiera, que no, / que hablan del Amor humano / y soy el Divino yo 369). Es muy
significativo que en la segunda versión del auto, la estrenada en Madrid, la referencia no
sea ya a Cupido, sino directamente a Amor, un término mucho más libre de resonancias
paganas.
En el resto de las composiciones en que aparece mencionado Amor, las referencias son
episódicas y totalmente convencionales, presentando al dios como hijo de Venus y, con
ella, símbolo de los deleites amorosos. Así lo vemos en El mayor encanto, amor
(…selva sí, de Amor y Venus, / deleitoso paraíso… 1518); junto a su madre casi forma
una unidad simbólica en Los tres mayores prodigios, donde los encontramos citados
conjuntamente en referencia al famoso adulterio de la diosa: Que en Marte ofendes
advierte, / a Marte, Venus y Amor (1551). Su arco es casi metonimia de todo su ser,
como podemos comprobar en Fineza contra fineza: …viendo todos cuán en vano / el
arco de Amor desprecie… 2104).
B] Amor, como todas las divinidades en que concurren de manera tan intensa el
concepto que representan y la personificación de ese concepto (hasta en su propia
denominación), ofrece un desarrollo mítico complejo. Las interferencias entre el
símbolo y quien lo simboliza son permanentes, y se trasladan, como hemos visto, al
tratamiento del personaje en nuestra propia tradición literaria. Además, a ello hay que
sumar el carácter poliédrico de la propia divinidad. En la mitología griega Eros
comienza designando a una poderosa abstracción al nivel de los formantes primigenios
del universo. Así, Hesíodo 116 lo convierte en la gran fuerza primordial que ordena los
distintos elementos. Después de citar al Caos y a la Tierra, se hace mención a Eros, el
más hermoso entre los dioses inmortales, el que afloja los miembros, y somete en su
pecho la razón y la prudente voluntad. La personificación más habitual de Eros
participa de esa misteriosa fuerza, aunque su estampa es ya antropomórfica. Aparece
como hijo y fiel acompañante de Afrodita, algo así como su brazo ejecutor. Ovidio 117 , en
el cuarto libro de los Fastos, reclama la ayuda de Venus, a quien llama madre nutricia
de los dos amores, haciendo alusión a la dicotomía entre Eros y Anteros (representada
115 Apul. Met. IV; V; VI.
116 Hes. Th. 120-122 ἠδ᾿ Ἔρως, ὁς κάλλιστος ἐν ἀθανάτοισι θεοῖσι, / λυσιμελής, πάντων τε θεῶν
πάντων τ᾿ ἀνθρώπων / δάμναται ἐν στήθεσσι νόον καὶ ἐπίφρονα βουλήν.
117 Ov. Fast. IV 1 „Alma, fave‟ dixi „geminorum mater Amorum‟.
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