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PERSONAJES MITOLÓGICOS - e-Spacio - UNED

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(HSF, 1879). El caso tal vez más truculento y extremo sea el del Minotauro, encerrado<br />

como una fiera en su laberinto, por haber sido producto de un acto de bestialismo. El<br />

pecado es tan nefando que su consecuencia es en sí misma un atroz castigo: Pues sus<br />

entrañas revienta, / medio toro y medio hombre / un monstruo, cuya fiereza / fue castigo<br />

siendo aborto (TMP, 1564).<br />

Personajes todos ellos de inocencia edípica, aislados para evitar el cumplimiento de un<br />

destino fatal del que son puros instrumentos, y que se rebelan contra esta condición a<br />

través del ansia de un conocimiento y libertad que los aboca a un mayor dolor. Como<br />

planteamiento dramático son insuperables, porque el contraste entre su inocencia<br />

personal y la mancha familiar es desgarrador. Coacciona su libertad y sus derechos más<br />

básicos. Sus custodios son gente mayor con experiencia, sabedores de la fuerza del<br />

destino (Tiresias, Admeto, Clímene, Liríope, Tetis…), que aman a sus hijos o<br />

protegidos, y cumplen con el amargo deber del aislamiento. De manera paradójica, es el<br />

sujeto del destino, la víctima, la que reclama con dignidad su derecho a serlo, desafía la<br />

injusticia, una culpa que no es suya, pero sucumbe inexorablemente a su sino. Su<br />

argumentación es segismundiana: la libertad es parte esencial de la condición humana, y<br />

sin ese derecho otorgado por Dios, el ser humano queda por debajo de los animales,<br />

como le intenta hacer ver Clímene a su padre Admeto: Pues si la fiera, ave y pez / nacen<br />

libres, ¿cómo el cielo / permite que nazca yo / sin el natural derecho / del pez, el ave y<br />

la fiera? (AYC, 1828). Perseo es la única excepción a este planteamiento, pues a pesar<br />

de ser hijo vil de un adulterio (FAP, 1644), logra ser reconocido como vástago de<br />

Júpiter tras realizar las más sorprendentes hazañas.<br />

La culpa heredada es uno de los quicios de la tragedia griega. Sobre él se sostienen<br />

creaciones de insuperable fuerza dramática, como las de Antígona o Ifigenia, que vemos<br />

reflejadas en muchos personajes calderonianos. Sin embargo, nuestro dramaturgo<br />

prefirió aplicar este esquema sobre otros episodios del mito antiguo, manteniéndose fiel<br />

a la tradición de nuestra literatura en la elección del tema mítico sobre los modelos<br />

establecidos en la gran tragedia griega.<br />

3.5.3 El honor y la honra<br />

Entreverado con los certámenes galantes aparece un tema tan importante en nuestro<br />

teatro del Siglo de Oro como es el de la honra. Calderón no supone una excepción en el<br />

cultivo de ese tema, al que dedicó alguna de sus obras más conocidas, como El médico<br />

de su honra o El alcalde de Zalamea. Un tema absolutamente ajeno a la tradición<br />

clásica grecorromana (si no se le relaciona, pero desde un punto de vista totalmente<br />

diferente, con la famosa cultura del qué dirán de la épica heroica 1167 ). Hay una comedia<br />

mitológica donde este tema es el eje argumental, Los tres mayores prodigios. Hércules<br />

no puede superar en ella el escrúpulo de honra de saber que su mujer, Deyanira, ha sido<br />

raptada por el centauro Neso, y que, más allá de que éste pudiera consumar algún abuso,<br />

1167 O‘CONNOR (1989) distingue tres tipos de ―honor‖ en las comedias calderonianas: el que tanta fama le dio a<br />

nuestro autor de reaccionario es el que el hispanista norteamericano denomina ―honor degenerado‖, en el que el<br />

honor de un hombre está por encima de la vida de una mujer (1045). Además de esta manifestación trágica del<br />

honor, O‘Connor menciona otros dos modelos, muchas veces obviados en la crítica a su obra: el ―honor inmaduro o<br />

egoísta‖, de quien basa su conducta en el qué dirán, y el ―honor maduro‖, en el que se mira más por el bien del otro<br />

que el de sí mismo. Esta variada tipología pone de manifiesto que en Calderón el honor es un concepto poliédrico,<br />

imposible de condensar en una sola definición. El tema, que cuenta con una abundante bibliografía, fue tratado<br />

también en profundidad por HONIG (1972 y 1965).<br />

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