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PERSONAJES MITOLÓGICOS - e-Spacio - UNED

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Podría valer como resumen la explicación que da Cervantes en La Galatea 321 al<br />

significado de este dios: …dijeron los antiguos gentiles que aquel instinto que incita y<br />

mueve al enamorado para amar más que a su propia vida la ajena, era un dios al que<br />

pusieron por nombre Cupido, y que así, forzados de su deidad, no podían dejar de<br />

seguir y caminar tras lo que él quería. Pérez de Moya 322 , en su capítulo dedicado al<br />

dios, viene a decir lo mismo, con mayor crudeza: Por Cupido no entendieron otra cosa<br />

todos los que dél hablaron, salvo un deseo que en nosotros nace de gozar de los<br />

carnales deleites. Vemos cómo Cupido acaba por convertirse casi en un eufemismo<br />

para designar el deseo sexual, por mucho que conviva con su total espiritualización en<br />

los derivados de la leyenda que lo asocia a Psique. Por lo que hace a la calidad de sus<br />

flechas, el mitógrafo de Santisteban del Puerto 323 dedica un artículo al famoso episodio<br />

de Dafne, titulado De Apolo y Cupido, y cómo Daphne se mudó en laurel, en el que<br />

vuelve a recrear la versión ovidiana de la leyenda.<br />

LDA (123) ALA (1)<br />

DAFNE (Δάφνη, Daphne) Total menciones: 124<br />

APOLO / CUPIDO<br />

A] Calderón sigue con bastante respeto las líneas maestras del mito de Dafne, que<br />

encontró en la Antigüedad su formulación definitiva en los versos de Ovidio. Igual que<br />

sucede en el relato del poeta romano, el diosecillo airado ejecuta su venganza con sus<br />

temibles armas, Apolo se enamora perdidamente de la ninfa y ésta prefiere la muerte a<br />

caer en las manos del dios. El lamento enamorado de Apolo ante el árbol en que se ha<br />

convertido su amada es reflejo del lastimero quejido que oímos en Ovidio. Fuera de la<br />

belleza intrínseca del mito clásico, hay quienes buscan en nuestro dramaturgo una<br />

segunda intención moralizante. A juicio de Ángel Valbuena Briones 324 (editor del texto<br />

de El laurel de Apolo que nosotros hemos seguido), la moraleja que esconde la trama es<br />

que resulta más difícil vencerse a sí mismo que a un obstáculo externo. De esta suerte,<br />

Apolo derrota con arrojo y valentía a la terrible serpiente, pero sucumbe ante una pasión<br />

interior, la del amor, que lo domina. Pero Dios (en traje de divinidad pagana) impide<br />

que el ser humano se abisme en el pecado, no permitiendo que Apolo logre consumar<br />

sus bajas intenciones con Dafne, al rescatarlo de la tentación de la lujuria. Y como<br />

símbolo de esta victoria sobre sí mismo, quedó para siempre el signo de la corona de<br />

laurel. Interesante traducción ―a lo moral‖ del mito clásico, pero en absoluto<br />

incompatible con el puro placer (la obra era una zarzuela, en la que música y efectos<br />

escénicos aligeraban la sustancia del argumento) de dramatizar un hermoso mito<br />

clásico.<br />

En la primera jornada de El laurel de Apolo se nos presenta a Dafne huyendo de la<br />

amenaza del monstruo Fitón, una terrible serpiente que asuela Tesalia y acomete a los<br />

peregrinos. A su voz acuden Céfalo y Silvio, dos galanes, el primero de los cuales<br />

(…más al estudio inclinado, / que al amor 1741) es reacio al cariño que Dafne le<br />

profesa, mientras que el segundo está totalmente enamorado de la ninfa, pero es<br />

321 CERVANTES, La Galatea, IV, p. 426.<br />

322 PÉREZ DE MOYA, Filosofía secreta, II, 27.<br />

323 PÉREZ DE MOYA, Filosofía secreta, II, 19, 14.<br />

324 VALBUENA BRIONES (ed.) (1991, 1740).<br />

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