PERSONAJES MITOLÓGICOS - e-Spacio - UNED

para solicitarla en matrimonio: …cuanto litigan iguales / de su justicia el derecho, /
mejor (o miente la fama) / que Juno, Palas y Venus (1945).
En El monstruo de los jardines el desarrollo de la comedia tiene lugar en Gnido, plaza
consagrada a Venus. De hecho, la acción comienza, como otras veces, en un acto de
ofrenda a un templo, el de Venus y Marte, al que acude Deidamía y que va a ser la
causa de que la joven y Aquiles se conozcan. No tiene una gran intervención Venus en
la comedia, y no es mencionada más que como tópico sinónimo del amor.
En Amado y aborrecido la rivalidad entre Venus y Diana vuelve a ser el argumento del
drama, pues la pugna entre Chipre y Gnido está patrocinada por sus respectivas diosas
(…como ésta a Venus consagrada ha sido, / aquella consagrada fue a Diana: / de cuyo
opuesto rito ha procedido / entre las dos la enemistad tirana / que las mantiene en iras
y rencores, / hija de olvidos una, otra de amores 1687). El desarrollo del argumento,
con personajes ajenos a la mitología grecorromana y de una complejidad mareante, no
tiene demasiada relevancia. Su resumen se podría hacer mencionando unos versos de la
propia comedia (¿Cuál más infeliz estado / de amor y desdén ha sido? / ¿Amar siendo
aborrecido, / o aborrecer siendo amado? 1710). Lo más sustancial es que, al final de la
comedia, las diosas dan el certamen por terminado con la victoria de Venus, pues la
protagonista, Irene, se decide a elegir el amor sobre el aborrecimiento: Admite pues en
tu espuma, / ¡Oh sacra deidad de Venus! / la ingrata víctima humana / de Irene (1720).
En Fortunas de Andrómeda y Perseo, Venus es objeto de una severa afrenta por parte
de Casiopea, cuando ésta ordena a las Nereides desvanecida y soberbia: «Decid a
Venus, / marítima deidad vuestra, / que reina de la hermosura / no se intitule, pues
llega / a ver que Andrómeda sola / hay que este imperio merezca; / pues ella sola debía
/ ser de la hermosura reina» (1649). Semejante afirmación desencadena una terrible
venganza, pues Nereo produce una fiera espantosa que asuela Trinacria, y cuyo único
remedio será el sacrificio de Andrómeda. Perseo, sin embargo, será capaz de acabar con
el monstruo y, tras ser aceptado por Júpiter, superar ese maleficio y el enojo de Venus.
También en los autos sacramentales encontramos referencias a la diosa del amor,
aunque, como era de esperar, este amor pagano y sensual queda arrinconado por el
verdadero amor. Así en Psiquis y Cupido (Toledo), Venus aparece mencionada como
madre de Amor-Cupido, pero asimilada a la ortodoxia católica, en alusión a la Virgen
María (Y tan castísima Venus, / que nació de las espumas, / porque Estrella del Mar
siendo, / nació a ser norte, a ser guía / de perdidos marineros 350). Y un poco más
adelante, el Cupido, hijo de aquella / casta, pura y limpia Venus (352). En El sacro
Parnaso tenemos atribuido el fuego a Venus en la visión del mundo que ofrece
Gentilidad: …a Ceres la tierra, el aire / a Venus y a Apolo el fuego (779). En la segunda
versión de El divino Orfeo, la alusión a Venus entra dentro de una explicación
etimológica, en este caso de la palabra Viernes: Que el Sexto Día / (aunque habrá quien
le consagre / a Venus, por cuya estrella / Dia Veneris se llame, / de quien se deriva el
viernes)… (1853). Nos encontramos con otro reparto de dignidades divinas en El
verdadero dios Pan, relatado esta vez por Idolatría: …el aire a Venus, las plantas / a
Flora, a Thetis los peces (1245).
B] No es tarea fácil seleccionar precedentes en la literatura grecolatina de una figura
mitológica de cultivo tan recurrente, y menos aún tratar de atribuir una fuente a
Calderón cuando la diosa aparece en sus comedias con tantos matices y en tantos
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