PERSONAJES MITOLÓGICOS - e-Spacio - UNED

NINFAS (Νύμφαι, Nymphae) Total menciones: 72
LDA (8) CAM (22) PDR (16) HSF (14) EYN (11) AYC (1)
DRÍADES / NÁYADES
A] Hemos agrupado bajo el epígrafe de ninfas aquellas menciones a estos seres cuando
no aparecen singularizadas en una clase específica, sino usando la apelación genérica.
Con este sentido general las tenemos en Apolo y Clímene, cuando al principio de la
comedia Clímene pide auxilio porque ha sentido en su cerrado jardín la presencia de
alguien extraño: ¡Ah del monte! ¡Ah de la selva! / Ninfas que veláis sus claustros…
(1817). El laurel de Apolo presenta una ambientación pastoril muy propicia para la
mención de las ninfas, máxime cuando Dafne, protagonista de la comedia, es ella misma
una ninfa. En la relación de personajes ya constan seis ninfas marinas, aunque a pesar
de la etiqueta, Rústico las define, con la sorna habitual de los graciosos, como
divinidades silvestres un tanto indeterminadas… Ninfas, que el río y el prado / vuestro
igual albergue es… /... /… pues / no sois carne ni pescado… (1750). En Celos, aun del
aire, matan, las ninfas, así denominadas sin ninguna otra especificación, forman un
coro que acompaña a Diana y que describe de manera sentenciosa e impersonal algunos
aspectos relevantes del desarrollo de la trama. Concurre el coro al principio de la
comedia, cuando el cortejo conduce al sacrificio a Aura, que ha sido sorprendida siendo
infiel a la diosa cazadora. En La púrpura de la rosa, obra de intenso sabor pastoril,
también aparece un coro de ninfas, en este caso cantando en alabanza de Venus (1773).
Un poco más adelante, cuando Desengaño pone frente a Marte las imágenes que
acreditan el amor de Venus y Adonis, el dios empieza por vislumbrar una escena
bucólica en la que no pueden faltar los coros de ninfas: De las campañas de Chipre / el
más deleitoso albergue, / en cuya apacible estancia / festivos coros alegres / de ninfas…
(1777). El carácter auxiliar de las ninfas para la diosa a la que sirven se aprecia cuando
Venus induce a Marte al olvido valiéndose de las aguas leteas y estigias, …pues,
rompiendo los diques / las furias impías, / haré que estas fuentes sus tósigos corran, /
en voz de mis ninfas… (1779). Al final de la comedia, ellas son las que entonan el
estribillo sentencioso: Tanto, que de ella animadas, / cada flor es un Adonis (1782). En
El hijo del Sol, Faetón ya se anuncian las ninfas desde la relación de personajes, junto
con otro colectivo que aparece también innominado, las Sirenas. El arranque de la
comedia, en que Faetón y Épafo convocan a las ninfas, es interesante a este respecto,
pues expresa su especialización: …bellas náyades, a quien / (ninfas de fuentes y ríos)…
/ … / …dulces dríades, en quien / (ninfas de flores y frutos)… (1863). Las ninfas sirven
a sus divinidades, entreteniéndolas, sobre todo, con el canto. En la jornada segunda de
la comedia se aprestan a entonar una canción para aliviar la pesadumbre de Tetis:
¿Quieres, pues sólo es, señora, / la diversión de tus penas / asunto de tu venida, / que
algún tono te divierta? (1877). Intenso ambiente bucólico se respira en Eco y Narciso,
comedia ubicada en plena Arcadia, donde la protagonista es también una ninfa. Cuando
Narciso contempla su propia imagen en una fuente, lo que cree ver es una innominada
ninfa del agua: Oh tú, que eres la primera / ninfa del agua, a quien yo / sediento a pedir
llegué… (1932). Es normal que este producto de la fantasía fuera denominado con una
apelación tan indefinida y seductora.
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