PERSONAJES MITOLÓGICOS - e-Spacio - UNED

grupos (personajes y lugares), en una suerte de diccionario mitológico, les hemos
sometido a todas ellas a una triple perspectiva:
A] Con esta señal precediendo al texto describimos las referencias tal cual aparecen en
Calderón, especificando la obra u obras concretas en que las hemos encontrado y su
presencia en el argumento de todas ellas, que va desde un papel protagonista esencial
hasta una alusión puramente episódica. En esta valoración del papel del personaje o el
lugar en Calderón, hemos reproducido los fragmentos de su obra que aportaban, a
nuestro juicio, una información más significativa y que son, muchas veces, más
elocuentes que cualquier perífrasis explicativa por nuestra parte. Aportan también, y no
es cuestión menor, una relación directa con nuestro material de trabajo, el texto literario,
con toda su riqueza de connotaciones, imposibles muchas veces de glosar si no es con el
propio texto original.
B] Detrás de esta letra hemos consignado la fuente (o fuentes) clásica a partir de la que,
con mayor verosimilitud, deriva el episodio mitológico concreto que ha llegado hasta la
pluma de Calderón. En ocasiones es ocioso buscar un precedente clásico preciso, pues
una mención generalista a Baco, Marte o Júpiter, por poner un ejemplo, no se debe a
ninguna fuente específica. Pero en personajes cuyo desarrollo mítico es extenso y bien
perfilado, es relativamente fácil buscar el origen clásico del que deriva en última
instancia su tratamiento en Calderón, la fuente que quedó como referencia para ese
episodio ya desde la Antigüedad tardía. Naturalmente, estos comentarios incluyen
valoraciones sobre la relación más o menos directa de Calderón con sus fuentes, del
alcance de sus innovaciones sobre la tradición heredada y, en este último caso, de las
razones que nosotros hemos supuesto para ellas. También en este apartado hemos sido
pródigos con las citas, en este caso de obras de la Antigüedad clásica que nos han
parecido especialmente interesantes como término de comparación. Estos pasajes se
ofrecen, con mayor o menor fortuna, en la forma de nuestra traducción, pero también en
su lengua original, sea latín o griego, en las notas a pie de página. Nos ha persuadido a
ello el escrúpulo filológico de dar a beber siempre de la fuente más pura, así como el
hecho de que nuestra mirada hacia Calderón provenga desde el estudio del mundo
clásico, y ésta sea una hermosa manera de recordarlo.
C] Tras este epígrafe aportamos otros testimonios entresacados de la obra de autores
relevantes del Siglo de Oro, así como de uno de los dos grandes manuales mitológicos
de la época (la Filosofía secreta de Juan Pérez de Moya). Varias razones nos han
persuadido a elegir la obra del bachiller jienense sobre El teatro de los dioses de la
gentilidad de Baltasar de Vitoria, teniendo en cuenta que ambas fueron, sin duda,
conocidas por Calderón. Antes de nada, debemos aclarar que ni una ni otra, a diferencia
del resto de los ejemplos que hemos tomado prestados de nuestros grandes escritores
áureos, tiene un especial valor como texto literario. Si aludimos a ellas es porque
suministran dos informaciones relevantes: una, la concepción alegórica o moralizada del
personaje en cuestión (y, por lo tanto, un elemento de comparación para calibrar hasta
qué punto fue condicionado Calderón por esa perspectiva del mito); la otra, porque son
sintomáticas de la trascendencia dada a cada una de esas menciones en un compendio
que pretende resumir todo el saber mitológico. Por lo demás, y para nuestra intención,
resultaba más interesante atenernos a una referencia homogénea. La obra de Pérez de
Moya tiene un afán más enciclopédico, más totalizador que la de Baltasar de Vitoria,
que está más centrada en las grandes figuras míticas. Además, y no es razón menor,
contamos con una edición moderna y de garantías, mientras que, hasta la fecha, Baltasar
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