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PERSONAJES MITOLÓGICOS - e-Spacio - UNED

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ecibe este tósigo casi a la vez que Narciso contempla su bello rostro en una fuente.<br />

Cuando la ninfa se encuentra con él, no es capaz de persuadirlo de que se aparte de su<br />

reflejo en el agua, porque ella misma empieza a sentir los efectos del veneno, de manera<br />

que tan sólo puede responder la parte final de lo que se le dice. Sin embargo, Eco sí es<br />

capaz de razonar para sí misma, en un interesante y hermoso monólogo interior en el<br />

que determina desvanecerse en la resonancia de las voces ajenas (…que de responder a<br />

todos / desde aquí os doy palabra, / llorando con los que lloran, / cantando con los que<br />

cantan 1935). El destino se ha cumplido, y el final es muy poético: al querer despeñarse<br />

Narciso, Eco trata de evitarlo o correr el mismo destino, de suerte que la ninfa se eleva<br />

al aire y Narciso cae muerto, evaneciéndose su cuerpo y apareciendo en su lugar una<br />

hermosa flor.<br />

B] El mito de Eco y Narciso quedó definitivamente tallado para la posteridad en<br />

Ovidio 390 . En su célebre versión, Narciso es hijo del dios Cefiso y de la ninfa Liríope. Al<br />

nacer, sus padres consultaron al adivino Tiresias, quien les advirtió que Narciso viviría<br />

hasta viejo si no se contemplaba a sí mismo. Con estas cautelas pasó su infancia hasta<br />

llegar a la juventud. Pero su rara hermosura sería causa de su tragedia, pues a pesar de<br />

ser requerido por muchas muchachas y ninfas, él se mostraba displicente e interesado<br />

sólo por la caza. Una de las ninfas, Eco, perdidamente enamorada del joven y rechazada<br />

por éste, como todas las demás, se retiró a morir lentamente, hasta que de ella sólo<br />

quedó un eco que repetía las voces ajenas. Despechadas, sus compañeras reclaman<br />

venganza, y ésta llega cuando el joven, cansado tras una cacería, se aproxima a una<br />

fuente a beber. En ella contempla su propia imagen, de la que se enamora de tal manera<br />

que se desocupa de sí mismo y acaba por morir, dejando como único testimonio la flor<br />

del narciso.<br />

C] Pérez de Moya 391 coincide en lo esencial con la versión ovidiana. Dice sobre Eco en<br />

su declaración moral: Por Eco, que ninguna palabra pronuncia, excepto la última<br />

sílaba, se entiende la inmortalidad del nombre y fama, que los espíritus altos y nobles<br />

estiman mucho, como cosa firme, siendo esto nada. No parece que Calderón haya<br />

tenido muy en cuenta esta hermenéutica en su comedia. En Garcilaso de la Vega 392<br />

encontramos una hermosa referencia a la ninfa en labios del desdichado Albanio: Eco<br />

sola me muestra ser piadosa; / respondiéndome prueba conhortarme, / como quien<br />

probó mal tan importuno; / mas no quiere mostrarse y consolarme. Contemplamos en<br />

el poeta toledano ese toque de solidaridad humana que también otorga Calderón a la<br />

ninfa, y que la convierte en cómplice de los sentimientos ajenos. Góngora 393 , en un<br />

romance burlesco dedicado a la leyenda de Píramo y Tisbe, hace mofa también de Eco y<br />

Narciso, acreditando la popularidad de este motivo mitológico: Narciso, no el de las<br />

flores / pompa, que vocal sepulcro / construyó a su boboncilla / en el valle más<br />

profundo…<br />

390 Ov. Met. III 339-510.<br />

391 PÉREZ DE MOYA, Filosofía secreta, V, 8.<br />

392 GARCILASO DE LA VEGA, Égloga II, 598-601.<br />

393 GÓNGORA, Romances, 74, 105-108.<br />

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