PERSONAJES MITOLÓGICOS - e-Spacio - UNED

Veamos otro ejemplo: Acteón aparece en tres comedias calderonianas como un topicum
mythologicum de la demostración extrema de la castidad y rechazo al varón de Diana,
que castiga de una manera desmesurada un hecho involuntario, como el de haber sido
sorprendida desnuda por el cazador mientras tomaba un baño. Para Pérez de Moya, la
simbología del mito (que él considera asociada a su origen histórico), consiste en una
advertencia contra la afición desmedida por la caza. Cuesta creer que Calderón tuviera
en mente tal propósito, y que Acteón no fuera otra cosa que lo que ya era en los metros
de Ovidio.
En ocasiones, las interpretaciones simbólicas propuestas por los mitógrafos y las que se
pueden derivar de la obra calderoniana parecen estar más concordes: por ejemplo, los
casos de Circe, o de Escila y Caribdis. Es cierto que la Circe calderoniana parece
representar la atracción de la lujuria (le ofrece a Ulises, si se queda en su isla, una selva
sí de Amor y Venus / deletitoso paraíso, donde sea todo gusto… MEA, 1518), y que,
contraviniendo el desenlace odiseico, la hechicera sucumba al final de la comedia con
su palacio, como justo castigo a su perversa conducta. Su versión decididamente
alegórica en el auto sacramental, donde Circe representa a la Culpa y sus damas los
Vicios, apuntala esta consideración, que coincide, en esencia, con la visión de Pérez de
Moya, que considera a Circe símbolo de la lascivia. Sin embargo, no es en absoluto
necesaria esta interpretación para entender la comedia, que tiene un significado
completo en sí misma, de acuerdo a su desarrollo argumental aparente. En el caso de
Escila y Caribdis, vemos cómo Calderón innova, haciendo a la primera representación
de la atracción por la vista, y a la segunda por el oído, caracterizaciones con un claro
sentido alegórico, pero no explicitado de esa manera en ninguno de los grandes
manuales mitológicos.
Con todo esto queremos decir que Calderón, que sin lugar a dudas conoció y (nos
atreveríamos a decir) frecuentó estos manuales, hizo de ellos, si acaso, un uso muy
instrumental, porque tanto en la disposición dramática como en el simbolismo de sus
acciones y personajes, su creatividad y talento estaban muy por encima de las prosaicas
interpretaciones que la alegoría de corte medieval había ofrecido. Si nuestro dramaturgo
no se dejó vencer por los requerimientos escénicos del espectáculo, mucho menos lo iba
a hacer con el sentido profundo de sus obras.
En definitiva, consideramos que hay que relativizar mucho la influencia que las
interpretaciones alegóricas del mito clásico tuvieron en las comedias de Calderón (otro
tema muy diferente, claro está, es el de los autos sacramentales que fundan su sentido en
esa interpretación). Su propósito, a nuestro modesto juicio, va más en la dirección de
recrear las hermosas tradiciones míticas antiguas por su atractivo y belleza intrínsecas,
como un contenido prestigioso y llamativo para sus espectaculares construcciones
teatrales. Y sin que ello fuera incompatible (todo lo contrario, enriquecía notablemente
la sustancia de la comedia) con las interpretaciones alegóricas moralizantes con las que
desde la Edad Media se había revestido al mito.
3.3.3 La impronta del autor y de su contexto literario
La fuerte personalidad y la singularidad del genio de Calderón dejaron una impronta
personal muy marcada en su recreación del mito. No debemos dejar de lado nunca dos
importantes características de nuestro autor: por un lado, es un consumado esteta, que
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