PERSONAJES MITOLÓGICOS - e-Spacio - UNED

griego). No se trata, por tanto, de etimologías propiamente dichas (aunque nuestro autor
así las apellide de manera explícita), sino de juegos de palabras que tratan de explicar
conexiones de ideas a posteriori. Para no repetir lo ya expresado en el diccionario,
remitimos como ejemplo de lo dicho a algunos casos especialmente significativos, la
mayor parte de los cuales cuentan con una nota aclaratoria a este respecto en su
apartado correspondiente: Aristeo, Circe, Orfeo, Teseo, Ulises, Aqueronte y Etiopía.
3.1.1 Nombres de persona (la precisión y el uso literario)
¿Nombres de persona?
Nuestro autor hace uso de 190 nombres de persona que designan a personajes (o
similares) con correspondencia directa en la mitología grecorromana. Hemos incluido
en el capítulo de personajes a todas aquellas personas o entes que presentan un perfil
bien definido en el mito antiguo. No hay ninguna duda a la hora de considerar a
Hércules un personaje, pero seguro que no tenemos, a primera vista, la misma seguridad
en casos como los de Austro, Caos, Erídano, Europa, Fama, Hidra, Himeneo o
Vellocino. El concepto personaje debe ser entendido en un sentido muy lato, mucho
menos restrictivo que el de persona. Por ejemplo, el vellocino, que es, tal vez, la
mención menos personal que hemos incluido en nuestra relación, es un objeto
simbólico, mágico, que provoca luchas y ambiciones. Si bien es cierto que no tiene el
mínimo rasgo personal, también es verdad que su relevancia en la tradición mitológica,
y su actuación como desencadenante de acciones y pasiones nos aconsejaron incluirlo
en este elenco. Fortuna, que es una abstracción conceptual, cobra trazos personales al
ser divinificada. El gracioso de la comedia se refiere a ella de la siguiente guisa:
Fortunilla, / siempre fiera, siempre infausta, / siempre necia, / siempre loca, / y
siempre… A decir borracha / iba; pero no mereces / verte en dignidad tan alta (FCF,
2127). En parecidos términos se podría hablar de Himeneo, al que se invoca como si
fuera capaz de oírnos (ven, Himeneo; ven, Himeneo FAM, 2040), aunque representa
más una idea que a un dios bien definido. En el caso de los vientos y los astros (los ríos
encajan mejor en la categoría de lugar), la mitología otorgó a estas realidades físicas un
perfil antropomórfico (en el que la conexión etiológica es muy directa), y como tal
tienen derecho a figurar en nuestro repertorio, por mucho que a veces la diferencia entre
su naturaleza personal y la de puro fenómeno físico no esté muy clara, tal cual podemos
ver en este pasaje: Las iras del noto más / se ceban en lo rebelde / del roble que se
resiste / que en la caña que se tuerce (FCF, 2102). Los términos iras o ceban evocan
una conducta humana sobre una acción propia del viento. También hemos incluido en
esta categoría a menciones de sentido colectivo, como Gigantes, Cíclopes, Ninfas,
Parcas, Sibilas, Sirenas y otras tales, que muchas veces aparecen aludidos sin
discriminar su individualidad, pero que tienen un rasgo personal indudable. En
ocasiones su acción es también colegiada, constituyendo una suerte de personaje
colectivo: Este rapaz / sin duda oyó de las ciegas / Parcas la voz… (FRP, 1598). Por
último, la inclusión de Caos en nuestro listado no es otra cosa que una muestra de
respeto por las antiguas cosmogonías y repertorios mitológicos, que comienzan con esta
confusa noción un desarrollo que luego deviene en una formulación decididamente
antropomórfica. Dada la innegable influencia de las Metamorfosis de Ovidio sobre la
obra de nuestro dramaturgo, no nos pareció demasiado improcedente dejar un pequeño
hueco para este personaje liminar en la magna obra del poeta de Sulmona.
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