23.7. 1993 Vitoria-Gasteiz / Spain - World Federation of Music Therapy

establecimiento de una "reacción sonora espiral". En
otras palabras, hay la presencia de alguna
manifestación sonora que, aceptada por el
musicoterapeuta, es devuelta, ya modificada,
enriquecida por la improvisación de este. E1 paciente,
entonces, responde al nuevo estimulo sonoro y así
sucesivamente.
Un segundo aspecto define la improvisación musical
como la utilización del cuerpo, voz e instrumentos
musicales, tanto a nivel rítmico como melódico,
tomandose siempre por punto de partida, las
necesidades e intereses del paciente, sujeto del
proceso terapeutico. A este respecto, Violeta de
Gainza(6) recuerda que "toda improvisación supone un
acto expresivo de comunicación, asi no conduzca
necesariamente a un producto sonoro estructurado".
Ahora, en esta relación que se establece a nivel musical
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y que atravieza el atendimiento musicoterápico, se
torna fundamental que el escuchar del
musicoterapeuta funcione lo más libremente posible,
para que pueda ser facilitada la emergencia de
contenidos alternos del paciente. La atención del
musicoterapeuta, a nivel musical, debe pues, estar lo
más lejos posible de todo aquello que la focaliza
habitualmente: preferencias, preconceptos, en fin
cualquier procedimiento selectivo. Actuando así se cree
que el musicoterapeuta contribuya para tornar
productivo el camino "en espiral"(1) del proceso
musicoterápico, el cual siempre se hace impotante que
cualquier producto estético a nivel sonoro.
La atención fluctuante musical contituye una actitud
significativa cuando se piensa en pacientes con
dificultad y/o imposibilidad de expresión verbal. Siendo