23.7. 1993 Vitoria-Gasteiz / Spain - World Federation of Music Therapy

musicoterapeutas y de otras profesiones, me parece
que son menos las menciones a la comodidad, la
gratificación o el placer, salvo cuando aparecen en
momentos criticos, o en rupturas o amenazas de
quiebra de los procesos o del encuadre, como ideales
lejanos e inaccesibles.
Muchos musicoterapeutas compramos alguna vez la
idea de un consultorio de paredes pintadas de blanco o
algún color claro, un armario empotrado y la menor
cantidad posible de elementos a la vista (instrumentos,
equipo ds sonido, almohadones, etc). Todo esto en
función de no provocar perturbaciones al paciente.
Imaginemos ahora a un terapeuta trabajando durante
horas en un sitio así.Y durante días y meses.
Personalmente la sola idea me resulta lindera con lo
alienante, con lo abrumador y con lo aburrido. Por otra
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parte, me parece que implica, más que la "necesaria
ligera deprivación sensorial" de la habla el psicoanálisis,
una brusca eliminación de estimulos que puede
perturbar más que colaborar.Tal vez el error haya
radicado en haber generalizado una idea de encuadre
pensada en un momento para la atención de niños
autistas. Y bien sabemos que, sin cuestionar si en esos
casos las constantes espaciales mencionadas sean las
adecuadas o no, las generalizaciones suelen constituir
errores. Cuando recuerdo esta imagen me divierte
pensar qué habria hecho Freud, de haber sido
musicoterapeuta, con sus libros y la colección de
cientos de estatuillas que poblaban su consultorio; o
Jung con los cuadros que él pintaba y su biblioteca.
A veces habría una idea que considero deformada de lo
que es la vocacion de servicio, que se trastocaría en