23.7. 1993 Vitoria-Gasteiz / Spain - World Federation of Music Therapy

el encuadre?. Si hablamos de un espacio intersubjetivo,
ha de ser de utilidad a ambas partes implicadas. Esto
me parece importante de destacar, ya que inclinar el fiel
hacia el paciente o hacia el terapeuta provoca un
desbalance que inevitablemente repercute en la tarea
Y supongo que esta repercusión no ha de ser
conveniente, porque o el paciente o bien el profesional
desaparece o al menos se descentra del foco de
atención durante el proceso.
Al paciente, el encuadre ha de servirle como
continente, como marco de seguridad que de lugar a la
aparición de las propias inseguridades. E1 también
acuerda que, cada tanto tiempo, hará un recorte de su
universo y desde esa porción que comparte con su
terapeuta trabaja con lo que le ocurre, ocurrió y puede
pasar tanto en el afuera como ahí. Es muchas veces el
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único lugar en el que sabe que todo lo que se
manifieste no trascenderá a otras personas a menos
que él lo haga
Al terapeuta, el sostenimiento del encuadre le permite
brindar continencia al paciente, le da la oportunidad de
situarse dentro y fuera para, de alguna manera, aspirar
a la objetivación del proceso; y también le sirve como un
continente propio, en la medida en que, tanto desde las
constantes como desde las semiconstantes que él se
construye, apunta a poder trabajar de la manera más
útil, cómoda, eficaz y placentera posible.
Menciono estas cuatro cualidades premeditadamente,
ya que tengo la sensación de que tanto la idea de
utilidad como la de eficacia están presentes como
posibilidades o aspiraciones casi permanentes. Pero en
mis conversaciones con muchos colegas,