23.7. 1993 Vitoria-Gasteiz / Spain - World Federation of Music Therapy

vamos a detener” Es en el desarrollo de la percepción
que vamos a trabajar, permitiendo así que apesar de
que el campo auditivo permanezca sin alteraciones, el
niño utilice de la forma más amplia y adecuada posible
sus condiciones y su potencial.
La mayor función del oído es absorber el lenguaje;
estudios realizados en laboratorio evidenciaron la
posibilidad de que el feto escuche en la cavidad
intrauterina. Se dice que los diferentes sonidos de la
cadena del habla llegan a alcanzar el aparato auditivo
en formación. El feto participa, desde ya, de la vida
sonórica del mundo del cual irá a hacer parte. Luego
nuestra audición, que está adaptada a un medio
líquido, debe súbitamente acomodarse a los sonidos
que le llegan por via aérea.
Tomatis entonces nos habla del “parto sonoro”. Nos
muestra que comenzamos a ser encantados y
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acariciados por una voz, la misma que nos hablaba ya
“en lo más profundo de nuestra noche uterina”.
Al mismo tiempo que saboreamos golosamente todo lo
que toca en nuestra boca, bebemos ávidamente esta
voz que se derrama sobre nosotros. El alimento vocal
es tan necesario a la formación humana como lo es el
mamar, en su esencia.
Nuestras células, nuestro cuerpo entero tiene
necesidades de nutrición imperativas, pero nuestro
psiquismo nasciente tiene también sus imperativos
nutricionales.
Poco a poco tomamos conciencia de la posibilidad de
hacer sonidos. Agudos, graves, cortos, largos, fuertes o
débiles. Este es el juego que se graba en el aprendizaje
del hombre mucho antes de estar listo para la marcha.
Hay un fenómeno humano constante, precioso y frágil,
y que por ésto tiene que ser bien protegido, que es el de
tomar conciencia de nuestra posibilidad de emitir