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arendt-hannah-los-origenes-del-totalitarismo

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Hannah Arendt L o s o r í g e n e s d e l t o t a l i t a r i s m o 101indirectamente antisemita. La Sección de Información <strong>del</strong> Estado Mayor se mostró razonablementeexperta en el mundo de <strong>los</strong> negocios. ¿Acaso no traficaban con bordereaux y <strong>los</strong> vendían fríamentea <strong>los</strong> agregados militares extranjeros tan abiertamente como un peletero podía traficar en pieles yllegar a ser presidente de la República, o como el yerno <strong>del</strong> presidente traficaba con honores ydistinciones? 35 . Por lo demás, el celo de Schwartzkoppen, agregado militar alemán, ansioso dedescubrir más secretos militares que <strong>los</strong> que Francia tenía que ocultar, tuvo que ser una positivafuente de preocupaciones para estos caballeros <strong>del</strong> servicio de contraespionaje, que, al fin y al cabo,no podían vender más de lo que producían.El gran error de <strong>los</strong> políticos católicos fue imaginar que, para la realización de su políticaeuropea, podían utilizar al Ejército francés simplemente porque parecía ser antirrepublicano. LaIglesia tendría, en realidad, que pagar este error con la pérdida de toda su influencia política enFrancia 36 . Cuando la Sección de Información resultó ser una vulgar f ábrica de falsificaciones, comoEsterhazy, que se hallaba en condiciones de saberlo, describió al Deuxième Bureau 37 , nadie enFrancia, ni siquiera el Ejército, quedó tan seriamente comprometido como la Iglesia. Al final <strong>del</strong>siglo pasado, el clero católico trataba de recobrar su antiguo poder político en aquel<strong>los</strong> sectoresdonde, por una u otra razón, la autoridad secular se hallaba en declive ante el pueblo. Ejemp<strong>los</strong>oportunos eran <strong>los</strong> de España, donde una aristocracia decadente y feudal había determinado la ruinaeconómica y cultural <strong>del</strong> país, y Austria-Hungría, donde un conflicto de nacionalidades amenazabadiariamente con desintegrar el Estado. Y tal era también el caso de Francia, en donde la naciónparecía estar hundiéndose rápidamente en el cenagal de <strong>los</strong> intereses en conflicto 38 . El Ejército —sumido en un vacío político por la III República— aceptó de buena gana la guía <strong>del</strong> clero católico,que al menos proporcionaba la jefatura civil, sin la que <strong>los</strong> militares pierden su «raison d’être (que)es la de defender el principio encarnado en la sociedad civil», como señaló Clemenceau.La Iglesia católica debió así su popularidad al difundido escepticismo popular que veía en laRepública y en la democracia la pérdida de todo orden, seguridad y voluntad política. Para muchos,el sistema jerárquico de la Iglesia parecía la única salida <strong>del</strong> caos. Por lo demás, fue este hecho másque cualquier renacer religioso, lo que originó que el clero mantuviera su consideración 39 . Es unhecho que <strong>los</strong> más firmes defensores de la Iglesia en aquel período eran <strong>los</strong> exponentes <strong>del</strong> llamadocatolicismo «cerebral», <strong>los</strong> «católicos sin fe», que en a<strong>del</strong>ante dominarían todo el movimientomonárquico y ultranacionalista. Sin creer en su base, por otra parte universal, estos «católicos»clamaban por más poder para todas las instituciones autoritarias. Esta fue la línea primeramenteformulada por Drumont y más tarde respaldada por Maurras. 40La gran mayoría <strong>del</strong> clero católico, profundamente implicado en maniobras políticas, siguió unalínea de acomodación. En esto, como lo revela el affaire Dreyfus, alcanzó un notable éxito. Así,cuando Víctor Basch se encargó de la causa para conseguir un nuevo proceso, su casa de Rennesfue saqueada bajo la dirección de tres clérigos 41 , en tanto que una figura no menos distinguida comola <strong>del</strong> dominico padre Didon convocó a <strong>los</strong> estudiantes <strong>del</strong> Collège D’Arcueil a «desenvainar laespada, aterrorizar, cortar cabezas y al frenesí» 42. Similar fue también la postura de trescientosmientras que Bernanos (op. cit., p. 413) señala en el mismo estilo que «acertada o equivocadamente, la democracia veen <strong>los</strong> militares su más peligroso rival».35 El escándalo de Panamá fue precedido por el llamado «affaire Wilson». Se descubrió que el yerno <strong>del</strong> Presidentetraficaba abiertamente con distinciones Y condecoraciones.36 Véase, <strong>del</strong> Padre EDOUARD LECANUET, Les signes avant-coureurs de la séparation, 1894-1910, París, 193037 Véase, de BRUNO WEIL, L'Affaire Dreyfus, París, 1930, p. 169.38 Véase, de CLEMENCEAU, La Croisade, op. cit.: «España se retuerce bajo el yugo de la Iglesia Romana, Italiaparece haber sucumbido. Los únicos países que restan son la católica Austria, ya en su lucha a muerte y la Francia de laRevolución, contra la que se hallan ahora desplegadas las huestes papales.»39 Véase BERNANOS, op. cit., p. 152: «Nunca dejará de repetirse suficientemente que el auténtico beneficiario de estemovimiento de reacción que siguió a la caída <strong>del</strong> Imperio y a la derrota fue el clero. Gracias al clero la reacciónnacional asumió tras 1873 el carácter de un despertar religioso.»40 Para lo referente a Drumont y el origen <strong>del</strong> «catolicismo cerebral», véase BERNANOS, op. cit., pp. 127 y ss.41 Véase HERZOG, op. cit., con fecha 21 de enero de 1898.42 Véase LECANUET, op. cit., p. 182

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