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Hannah Arendt L o s o r í g e n e s d e l t o t a l i t a r i s m o 330órdenes contradictorias retrasan constantemente el trabajo real hasta que decide la cuestión la orden<strong>del</strong> jefe. El fanatismo de <strong>los</strong> dirigentes de la élite, absolutamente esencial para el funcionamiento<strong>del</strong> movimiento, elimina sistemáticamente todo interés genuino por tareas específicas y produce unamentalidad que considera a cada acción concebible como un instrumento para algo completamentediferente 57 . Y esta mentalidad no queda limitada a la élite, sino que gradualmente penetra en toda lapoblación, cuya vida y cuya muerte en sus más íntimos detalles dependen de decisiones políticas; esdecir, de causas y de motivos ulteriores que nada tienen que ver con la acción concreta. Lostraslados, degradaciones y ascensos constantes hacen imposible un seguro trabajo en equipo eimpiden el desarrollo de la experiencia. Económicamente hablando, el trabajo esclavo fue un lujoque Rusia no debería haber podido permitirse. En un tiempo de aguda escasez de experienciatécnica, <strong>los</strong> campos de concentración estaban llenos de «ingenieros altamente calificados (que)compiten por el derecho a desempeñar empleos de fontaneros, por reparar relojes, por serelectricistas o por hacer tendidos telefónicos» 58 . Pero entonces, desde un punto de vista puramenteutilitario, <strong>los</strong> rusos no podrían haberse permitido las purgas de <strong>los</strong> años 30, que interrumpieron unarecuperación económica largo tiempo esperada, o la destrucción física <strong>del</strong> Estado Mayor <strong>del</strong>Ejército Rojo, que casi determinó una derrota en la guerra ruso-finlandesa.En Alemania, las condiciones eran diferentes en grado. Al comienzo, <strong>los</strong> nazis mostraron unacierta tendencia a conservar la experiencia técnica y administrativa, a permitir <strong>los</strong> beneficios de lasempresas y a dominar económicamente sin excesivas interferencias. En el momento en que estallóla guerra, Alemania no se hallaba completamente totalitarizada, y si se acepta la preparación para laguerra como un motivo racional, debe admitirse que, hasta aproximadamente el año 1942, a sueconomía se le permitía funcionar más o menos racionalmente. En sí misma, la preparación para laguerra no es antiutilitaria, a pesar de sus costes prohibitivos 59 , porque, desde luego, puede sermucho «más barato apoderarse de la riqueza y de <strong>los</strong> recursos de otras naciones por la conquistaque comprar<strong>los</strong> de países extranjeros o producir<strong>los</strong> en el interior» 60 . Las leyes económicas de lainversión y de la producción, de estabilización de ganancias y beneficios y de agotamiento no tienenaplicación si en cualquier caso uno trata de reponer la exhausta economía doméstica mediante elbotín de otros países; es completamente cierto, y <strong>los</strong> simpatizantes alemanes eran perfectamenteconscientes de ello, que el famoso slogan nazi de «o cañones o mantequilla» significaba realmente«mantequilla por medio de <strong>los</strong> cañones» 61 . Pero fue en 1942 cuando las normas de la dominacióntotalitaria comenzaron a imponerse a todas las demás consideraciones.La radicalización comenzó inmediatamente después <strong>del</strong> estallido de la guerra. Puede llegarseincluso a conjeturar que una de las razones de Hitler para provocar esta guerra fue el que le permitíaacelerar la evolución de una forma que hubiera resultado impensable en tiempo de paz 62 . Sinembargo, lo notable en este proceso es que en manera alguna quedó frenado por una derrota tanquebrantadora como la de Stalingrado, y que el peligro de la pérdida de la guerra constituyó sólootro incentivo vara lanzar por la borda todas las consideraciones utilitarias y emprender un esfuerzogeneral para hacer realidad, a través de una organización implacable y total, <strong>los</strong> objetivos de la57 Uno de <strong>los</strong> principios orientadores para las SS formulado por el propio Himmler dice así: «No existe ninguna tareapor sí misma.» Véase Die SS. Geschichte, Aufgabe und Organisation der Schutzstaffeln der NSDAP, de GüNTERD’ALQUEN, 1939, en «Schriften der Hochschule für Politik».58 Véase Forced Labor in Russia, de DAVID J. DALLIN y BORIS I. NICOLAEVSKY, 1947, que señala también quedurante la guerra, cuando la movilización creó un agudo problema de mano de obra, el índice de mortalidad en <strong>los</strong>campos fue durante un año de un 40 por 100 aproximadamente. Estiman, en general, que la producción de un trabajadoren <strong>los</strong> campos es inferior a la mitad de un trabajador libre.59 THOMAS REVEILLE, The Spoil of Europe, 1941, considera que Alemania, durante el primer año de la guerra, fuecapaz de reponer todos sus gastos preparatorios bélicos efectuados entre 1933 y 1939.60 WILLIAM EBENSTEIN, The Nazi State, p. 257.61 Ibid., p. 270.62 Esto es confirmado por el hecho de que el decreto para matar a todos <strong>los</strong> enfermos incurables fue promulgado el díaen que estalló la guerra, pero aún más por las declaraciones de Hitler durante la guerra, citadas por GOEBBELS (TheGoebbels Diaries, ed. Louis P. Lochner, 1948), de que «la guerra nos había permitido la solución de toda una serie deproblemas que nunca hubieran podido ser resueltos en una época normal», y que, sea cual fuere el resultado de laguerra, «<strong>los</strong> judíos serán ciertamente <strong>los</strong> perdedores» (p. 314).

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