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Hannah Arendt L o s o r í g e n e s d e l t o t a l i t a r i s m o 159«poseían una fe tan fuerte en el futuro angélico de la Humanidad como en el origen simiesco <strong>del</strong>hombre» 53 . La herencia selecta se estimaba resultado <strong>del</strong> «genio hereditario» 54 y, una vez más, seconsideró a la aristocracia como resultado natural, no de la política, sino de la selección natural, <strong>del</strong>linaje puro. La transformación de toda la nación en una aristocracia natural de la que <strong>los</strong> ejemplaresmás selectos evolucionarían hasta ser genios y superhombres, fue una de las muchas «ideas»concebidas por <strong>los</strong> frustrados intelectuales liberales en sus sueños de reemplazar a la antigua clasedominante por una nueva élite mediante recursos no políticos. A finales <strong>del</strong> siglo <strong>los</strong> escritoresabordaban corrientemente <strong>los</strong> temas políticos en términos de biología y zoología, y zoólogos huboque escribieron «Perspectivas Biológicas de nuestra política exterior», como si hubieran descubiertouna guía infalible para <strong>los</strong> políticos 55 . Todos el<strong>los</strong> ofrecieron nuevos medios de controlar y regularla «supervivencia de <strong>los</strong> más aptos» conforme con <strong>los</strong> intereses nacionales <strong>del</strong> pueblo inglés. 56El aspecto más peligroso de estas doctrinas evolucionistas estriba en que combinaban esteconcepto de la herencia con la insistencia en el logro personal y en el carácter individual que tanimportante había resultado para el respeto por sí misma de la clase media <strong>del</strong> siglo XIX. Esta clasemedia deseaba que <strong>los</strong> científicos pudieran probar que <strong>los</strong> grandes hombres, no <strong>los</strong> aristócratas, eranIos verdaderos representantes de la nación, en aquel<strong>los</strong> en quienes se hallaba personificado el«genio de la raza». Tales científicos proporcionaron un escape ideal a la responsabilidad políticacuando «demostraron» la temprana declaración de Benjamin Disraeli, según la cual el gran hombrees «la personificación de la raza, su ejemplar selecto». El desarrollo de este «genio» halló su lógicafinal cuando otro discípulo <strong>del</strong> evolucionismo declaró sencillamente: «El inglés es el capataz y laHistoria de Inglaterra es la historia de su evolución» 57 .Tan significativo como fue que el pensamiento racial inglés, al igual que el alemán, se originaraentre <strong>los</strong> pensadores de la clase media y no de la nobleza, es que naciera <strong>del</strong> deseo de extender <strong>los</strong>beneficios de las reglas de la nobleza a todas las clases y que se nutriera de auténticos sentimientosnacionales. A este respecto las ideas de Carlyle sobre el genio y el héroe fueron realmente más lasarmas de un «reformador social» que las doctrinas <strong>del</strong> «Padre <strong>del</strong> imperialismo británico»,acusación por lo demás muy injusta 58 . Su adoración <strong>del</strong> héroe, que le ganó una amplia audienciatanto en Inglaterra como en Alemania, tuvo las mismas fuentes que la adoración de la personalidad<strong>del</strong> romanticismo alemán. Fue la misma afirmación y glorificación de la grandeza innata <strong>del</strong>53 HAYES, op. cit., p. 11. Hayes destaca certeramente la fuerte moralidad práctica de estos primeros materialistas.Explica «este curioso divorcio entre las morales y las creencias» por «lo que sociólogos posteriores han denominado unretraso en el tiempo» (página 130). Esta explicación, sin embargo, parece más bien débil si uno recuerda que otrosmaterialistas que, como Hackel, en Alemania, o Vacher de Lapouge, en Francia, habían abandonado la calma de susestudios e investigaciones para consagrarse a actividades propagandísticas, no experimentaron ese retraso en el tiempo;que, por otra parte, sus contemporáneos que no se hallaban teñidos por sus doctrinas materialistas, como Barrès ycompañía, en Francia, fueron muy prácticos seguidores de la perversa brutalidad que barrió a Francia durante el AffaireDreyfus. El repentino declive de la moral en el mundo occidental parece menos provocado por un desarrollo autónomode ciertas «ideas» que por una serie de nuevos acontecimientos políticos y por nuevos problemas políticos y socialescon <strong>los</strong> que se enfrentó la Humanidad sorprendida y confundida.54 Tal fue el título de un muy leído libro de Fr. Galton, publicado en 1869 y que provocó una oleada de literatura sobreel mismo tema en las siguientes décadas.55 «A Biological View of Our Foreign Policy» fue publicado por P. CHARLES MICHEL en Saturday Review, Londres,febrero de 1896. Los trabajos más importantes de este género son: The Struggle for Existance in Human Society, 1888,de THOMAS HUXLEY. Su tesis principal: La decadencia de la civilización es necesaria sólo mientras continúeincontrolada la tasa de natalidad. Social Evolution, de BENJAMIN KIDD, 1894. History of Intellectual Development onthe Lines of Modern Evolution, de JOHN B. CROZIER, 1897-1901. KARL PEARSON (National Life, 1901), profesorde eugenesia en la Universidad de Londres, fue uno de <strong>los</strong> primeros en describir al progreso como una especie demonstruo impersonal que devora todo lo que se encuentra en su camino. CHARLES H. HARVEY, The Biology ofBritish Politics, 1904, afirma que mediante un estricto control de la «lucha por la vida» dentro de la nación, una naciónpuede llegar a ser todopoderosa en la inevitable lucha por la existencia contra otros pueb<strong>los</strong>.56 Véase especialmente K. PEARSON, op. cit. Pero FR. GALTON ya había declarado: «Deseo recalcar el hecho de queestá ampliamente en nuestras manos el perfeccionamiento de las dotes naturales de las generaciones futuras de la razahumana» (op. cit., ed. 1892, p. XXVI).57 Testament of John Davidson, 1908.58 C. A. BODELSEN, Studies in Mid-Victor ian Imperialism, 1924, pp. 22 y ss.

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