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arendt-hannah-los-origenes-del-totalitarismo

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Hannah Arendt L o s o r í g e n e s d e l t o t a l i t a r i s m o 165necesitaba porque existían tesoros en la India.Mientras que el imperialismo hizo que Egipto pasara de ser un país ocasionalmente codiciado abase militar en el camino de la India y escalón para una expansión ulterior, en África <strong>del</strong> Sursucedió exactamente lo opuesto. Como desde el siglo XVII la significación <strong>del</strong> Cabo de BuenaEsperanza había dependido de la India, centro de la riqueza, una nación, cualquier nación, queestableciera bases comerciales en la India, precisaba de una base marítima en El Cabo, que eraabandonado cada vez que se liquidaba el comercio con la India. A finales <strong>del</strong> siglo XVIII, laCompañía Británica de las Indias Orientales derrotó a Portugal, Holanda y Francia y ganó unmonopolio comercial en la India; la ocupación de África <strong>del</strong> Sur fue consecuencia natural de estavictoria. Si el imperialismo hubiese continuado simplemente <strong>los</strong> antiguos usos <strong>del</strong> comerciocolonial (que con tanta frecuencia se confunden con el imperialismo), Inglaterra hubiera liquidadosu posición en África <strong>del</strong> Sur con la apertura <strong>del</strong> canal de Suez en 1869 5 . Aunque Sudáfricapertenece ahora a la Commonwealth * , fue siempre diferente de <strong>los</strong> demás dominios: carecía de lafertilidad y su población no se hallaba dispersa, requisitos principales para un establecimientodefinitivo, y a comienzos <strong>del</strong> siglo XIX resultó ser un fracaso un intento de instalar en el territorio a5.000 ingleses sin empleo. No sólo la evitaron consistentemente las corrientes de emigrantes queprocedían de las islas Británicas durante el siglo XIX, sino que África <strong>del</strong> Sur es el único dominio<strong>del</strong> que en <strong>los</strong> últimos tiempos ha tornado a Inglaterra una firme corriente de emigrantes 6 .Sudáfrica, que llego a ser el «campo de cultiva <strong>del</strong> imperialismo» (Damce), no fue jamásreivindicada por <strong>los</strong> más radicales defensores <strong>del</strong> «Saxondom» ni figuró en las visiones de sus másrománticos soñadores en un imperio asiático. Esto muestra en sí mismo cuán pequeña fue lainfluencia real de la empresa colonial preimperialista y de la colonización ultramarina en eldesarrollo <strong>del</strong> mismo imperialismo. Si la colonia de El Cabo hubiera quedado dentro <strong>del</strong> marco <strong>del</strong>a política preimperialista habría sido abandonada precisamente en el mismo momento en querealmente llegó a ser absolutamente importante.Aunque <strong>los</strong> descubrimientos de las minas de oro y de <strong>los</strong> campos diamantíferos en las décadas de<strong>los</strong> setenta y de <strong>los</strong> ochenta <strong>del</strong> pasado siglo habrían tenido escasas consecuencias por sí mismos sino hubiesen actuado como agente catalítico de las fuerzas imperialistas, resulta notable el hecho deque la afirmación de <strong>los</strong> imperialistas de haber hallado una solución permanente al problema de lasuperfluidad fue inicialmente motivada por una carrera hacia la más superflua de las materiasprimas de la Tierra. El oro difícilmente tiene un lugar en la producción humana y carece deimportancia comparado con el hierro, el carbón, el petróleo y el caucho; es el más antiguo símbolode la simple riqueza. En su futilidad dentro de la producción industrial tiene una irónica semejanzacon el dinero superfluo que financió la búsqueda <strong>del</strong> oro y <strong>los</strong> hombres superfluos que realizaron lasexcavaciones. A la pretensión imperialista de haber hallado un permanente salvador para una5 «En fecha tan tardía como 1884, el Gobierno británico todavía estaba deseando disminuir su autoridad e influencia enÁfrica <strong>del</strong> Sur» (DE KIEWIET, op. cit., página 113).* En 1961 y ante la oposición de diferentes jefes de Gobierno de países de la Commonwealth, el entonces primerministro sudAfricano, Hendrik F. Verwoerd, retiró la solicitud de readmisión en ese mismo organismo. (N. <strong>del</strong> T.)6 El siguiente cuadro, relativo a la inmigración y emigración británicas de Sudáfrica, entre 1924 y 1928, muestra que <strong>los</strong>ingleses estaban más inclinados a dejar el país que cualesquiera otros inmigrantes y que, con una excepción, en cadaaño eran más <strong>los</strong> súbditos británicos que abandonaban el país que <strong>los</strong> que se instalaban allí:Año Inmigración Inmigración Emigración EmigraciónBritánica total británica total1924 3.724 5.265 5.275 5.8571925 2.400 5.426 4.019 4.4831926 4.094 6.575 3.512 3.7991927 3.681 6.595 3.717 3.9881928 3.285 7.050 3.409 4.127Total 17.184 30.911 19.932 22.254Estas cifras están tomadas de Caliban in Africa. An Impression of Colour Madness, de LEONARD BARNESS,Fila<strong>del</strong>íia, 1931, p. 59, nota.

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