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arendt-hannah-los-origenes-del-totalitarismo

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Hannah Arendt L o s o r í g e n e s d e l t o t a l i t a r i s m o 94Rusia zarista podía acusar a Francia de barbarie, mientras que en Alemania <strong>los</strong> miembros <strong>del</strong>círculo <strong>del</strong> kaiser manifestarían abiertamente una indignación que sólo podría haberse parangonadocon la de la prensa radical de la década iniciada en 1930 6 .Las dramatis personae <strong>del</strong> caso podían haber salido de las páginas de Balzac: por un lado, <strong>los</strong>generales conscientes de su clase, cubriendo frenéticamente a <strong>los</strong> miembros de su propia camarilla,y por el otro, su antagonista, Picquart, con su honradez tranquila, limpia y ligeramente irónica.Junto a el<strong>los</strong> se agrupan la indescriptible multitud de <strong>los</strong> parlamentarios, cada uno de <strong>los</strong> cuales sehallaba aterrado por lo que podía saber su vecino; el presidente de la República, notorio patrón de<strong>los</strong> bur<strong>del</strong>es de París, y <strong>los</strong> magistrados, que vivían exclusivamente preocupados de sus contactossociales. Y allí estaban el mismo Dreyfus, un advenedizo en realidad, que se jactaba constantementeante sus compañeros de la fortuna familiar que gastaba en mujeres; sus hermanos, ofreciendopatéticamente toda su fortuna, y después reduciendo la oferta a 150.000 francos, para la liberaciónde su pariente, nunca seguros completamente de si deseaban hacer un sacrificio o simplementesobornar al Estado Mayor; y el abogado Démange, realmente convencido de la inocencia de sucliente, pero que basaba su defensa en una cuestión de duda para salvarse de <strong>los</strong> ataques y perjuiciosa sus intereses personales. Finalmente, estaba el aventurero Esterhazy, hombre de antiguo linaje, tanprofundamente aburrido con ese mundo burgués como para hallar alivio igualmente en el heroísmoy en la bellaquería. Había sido segundo teniente de la Legión Extranjera, e impresionó a suscompañeros tanto por su considerable arrojo como por su insolencia. Siempre en dificultades, vivíasirviendo de padrino de duelo a <strong>los</strong> oficiales judíos y chantajeando a sus ricos correligionarios.Además, se aprovechaba de <strong>los</strong> buenos oficios <strong>del</strong> mismo gran rabino para obtener las necesariaspresentaciones. Incluso en su postrera caída siguió fiel a la tradición de Balzac. No le condujeron ala perdición la traición y <strong>los</strong> sueños febriles de una orgía en <strong>los</strong> que cien mil fatuos ulanos prusianosgaloparían salvajemente por las calles de París 7 , sino el mezquino desfalco <strong>del</strong> dinero de unpariente. ¿Y qué decir de Zola, con su apasionado fervor moral, con su pathos en cierto modo vacuoy su melodramática declaración, en vísperas de la huida a Londres, de que había oído la voz de Drefus rogándole que soportara aquel sacrificio? 8Todo esto pertenece típicamente al siglo XIX, y en sí mismo nunca hubiera sobrevivido a dosguerras mundiales. El antiguo entusiasmo <strong>del</strong> populacho por Esterhazy, como su odio hacia Zola, sehan extinguido hace largo tiempo, pero también se ha apagado aquella fiera pasión contra laaristocracia y el clero que inflamó antaño a Jaurès y que fue la que verdaderamente hizo posible laliberación final de Dreyfus. Como el affaire de <strong>los</strong> cagoulards había de mostrar, <strong>los</strong> oficiales <strong>del</strong>Estado Mayor ya no tenían que temer la ira <strong>del</strong> pueblo cuando incubaran sus complots para un coupd’état. Desde la separación de la Iglesia y <strong>del</strong> Estado, Francia, aunque desde luego ya no tenía unamentalidad clerical, había perdido parte de sus sentimientos anticlericales, de la misma manera quela Iglesia católica había abandonado muchas de sus aspiraciones políticas. El intento de Pétain deconvertir a la República en un Estado católico fue bloqueado por la profunda indiferencia <strong>del</strong>pueblo y por la hostilidad <strong>del</strong> clero bajo hacia el fascismo clerical.El affaire Dreyfus en sus implicaciones políticas pudo sobrevivir porque dos de sus elementoscobraron más importancia durante el siglo XX. El primero es el odio a <strong>los</strong> judíos; el segundo, elrecelo hacia la misma República, hacia el Parlamento y hacia la maquinaria estatal. El más ampliosector <strong>del</strong> público podía todavía considerar, acertada o erróneamente, que esa maquinaria se hallababajo la influencia de <strong>los</strong> judíos y el poder de <strong>los</strong> Bancos. Todavía en nuestra época el términoantidreyfusard puede servir como nombre reconocido para designar a todo lo que esantirrepublicano, antidemocrático y antisemita. Hace unos pocos años lo comprendía todo, desde el6 Así, por ejemplo, H. B. von Buelow, encargado de negocios alemán en París, escribió al Canciller <strong>del</strong> Reich,Hohenlohe, que el veredicto de Rennes era «una mezcla de vulgaridad y de cobardía, <strong>los</strong> signos más ciertos de labarbarie» y que Francia «se había apartado con aquello de la familia de las naciones civilizadas», cita de HERZOG, op.cit., bajo la fecha de 12 de septiembre de 1899. En la opinión de von Buelow el affaire era el «reclamo» <strong>del</strong> liberalismoalemán; véase su Denkwürdigkeiten, Berlín, 1930-31, I, 428.7 THÉODORE REINACH, Histoire sommaire de l'Affaire Dreyfus, París, 1924, p. 96.8 Contado por Joseph Reinach, según cita de HERZOG, op. cit., con fecha 18 de junio de 1898.

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