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Hannah Arendt L o s o r í g e n e s d e l t o t a l i t a r i s m o 90inaceptables. El mismo motivo que permitió a <strong>los</strong> aristócratas prusianos reunirse socialmente conactores y judíos, condujo finalmente en Francia al prestigio social de <strong>los</strong> invertidos. La clase media,por otra parte, no había logrado un autorrespeto social aunque, mientras tanto, se había elevadohasta la riqueza y el poder. La ausencia de una jerarquía política en la Nación-Estado y la victoriade la igualdad tornaban a la «sociedad secretamente más jerárquica a medida que exteriormente sehacía más democrática» 74 . Como el principio de jerarquía estaba encarnado en <strong>los</strong> exclusivoscírcu<strong>los</strong> sociales <strong>del</strong> Faubourg Saint-Germain, cada sociedad en Francia «reproducía lascaracterísticas más o menos modificadas, más o menos caricaturizadas de la sociedad <strong>del</strong> FaubourgSaint-Germain a la que a veces pretendía... despreciar, sea cual fuera el status o las ideas políticasque sus miembros pudieran tener». La sociedad aristocrática era cosa <strong>del</strong> pasado sólo en apariencia;prevalecía en todo el cuerpo social (y no sólo en Francia), imponiendo la clave y la lengua de lavida social de moda 75 . Cuando Proust experimentó la necesidad de una apologia pro vita sua yreconsideró su propia vida transcurrida en <strong>los</strong> círcu<strong>los</strong> aristocráticos, proporcionó un análisis de lasociedad como tal.El hecho principal <strong>del</strong> papel de <strong>los</strong> judíos en esta sociedad fin-de-siècle es que fue elantisemitismo <strong>del</strong> affaire Dreyfus el que abrió las puertas de la sociedad a <strong>los</strong> judíos, y que fue elfinal <strong>del</strong> affaire, o más bien el descubrimiento de la inocencia de Dreyfus, el que puso fin a sugloria social 76 . En otras palabras, sea lo que fuere lo que <strong>los</strong> judíos pensaban de sí mismos o deDreyfus, podían desempeñar el papel que la sociedad les había asignado mientras esta mismasociedad se hallase convencida de que pertenecían a una raza de traidores. Cuando resultó que eltraidor había sido más bien una víctima estúpida de un complot ordinario y quedó establecida lainocencia de <strong>los</strong> judíos, el interés social por éstos se evaporó tan rápidamente como elantisemitismo político. Los judíos volvieron a ser considerados ordinarios mortales y cayeron en lainsignificancia de la que el supuesto <strong>del</strong>ito de uno de <strong>los</strong> suyos les había elevado temporalmente.Fue esencialmente este mismo tipo de gloria el que <strong>los</strong> judíos de Alemania y de Austriadisfrutaron bajo circunstancias mucho más graves inmediatamente después de la primera guerramundial. Su supuesto <strong>del</strong>ito entonces era el de haber sido culpables de la guerra, un <strong>del</strong>ito que, noidentificado con un solo acto de un único individuo, no podía ser refutado, de forma tal que laopinión que el populacho tenía de la judeidad como un crimen permaneció inalterada y la sociedadpudo continuar mostrándose encantada y fascinada por sus judíos hasta el mismo final. Si existealguna verdad psicológica en la teoría de la víctima propiciatoria, es como efecto de esta actitudsocial hacia <strong>los</strong> judíos; porque cuando la legislación antisemita obligó a la sociedad a desahuciar a<strong>los</strong> judíos, estos «fi<strong>los</strong>emitas» sintieron que debían borrar un estigma que misteriosa yperversamente habían amado. Esta psicología, en realidad, difícilmente explica por qué estos«admiradores» de <strong>los</strong> judíos se convirtieron finalmente en sus asesinos, y puede dudarse de queabundaran tales «admiradores» entre quienes dirigieron las fábricas de la muerte, aunque elporcentaje de las llamadas clases cultas entre <strong>los</strong> verdaderos asesinos resulta sorprendente. Peroexplica precisamente la increíble deslealtad de aquel<strong>los</strong> estratos de la sociedad que másíntimamente habían conocido a <strong>los</strong> judíos y que se habían mostrado más contentos y encantados consus amigos judíos.Por lo que a <strong>los</strong> judíos se refería, la transformación <strong>del</strong> «<strong>del</strong>ito» de judaísmo en «vicio» de modade la judeidad fue peligrosa en extremo. Los judíos habían podido escapar <strong>del</strong> judaísmo mediante laconversión; de la judeidad no había escape. Además, un <strong>del</strong>ito tropieza con el castigo; un vicio sólopuede ser exterminado. La interpretación atribuida por la sociedad al hecho <strong>del</strong> nacimiento judío y74 Le côté de Guermantes, parte I, cap. II.75 RAMÓN FERNÁNDEZ, «La vie sociale dans l'oeuvre de Marcel Proust», en Les Cahiers Marcel Proust, núm. 2,1927.76 «Pero éste fue el momento en el que de <strong>los</strong> efectos <strong>del</strong> caso Dreyfus había surgido un movimiento antisemita paraleloa un más masivo movimiento hacia la penetración de la sociedad por <strong>los</strong> israelitas. Los políticos no se habíanequivocado al juzgar que el descubrimiento <strong>del</strong> error judicial asestaría un golpe mortal al antisemitismo. Peroprovisionalmente al menos, ese descubrimiento realzó y exacerbó un antisemitismo social.» Véase The Sweet CheatGone, cap. II.

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