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Hannah Arendt L o s o r í g e n e s d e l t o t a l i t a r i s m o 150Si en la primitiva forma de la aristocracia francesa el pensamiento racial había sido concebidocomo un instrumento de división interna y se había convertido en un arma para la guerra civil, estaprimera forma de la doctrina racial alemana fue inventada como arma de unidad nacional interna yse trocó en arma para las guerras nacionales. De la misma manera que el declive de la noblezafrancesa como clase destacada de la nación francesa habría tornado inútil esta arma si <strong>los</strong> enemigosde la III República no la hubieran revivido, así, tras la realización de la unidad alemana, la doctrinaorgánica de la Historia habría perdido su significado si <strong>los</strong> modernos proyectistas imperialistas nohubieran deseado revivirla para atraer al pueblo y para ocultar rostros odiosos bajo la respetablecapa <strong>del</strong> nacionalismo. Lo mismo sucede con otra fuente <strong>del</strong> racismo alemán que, aunqueaparentemente más alejada de la escena política, tuvo una influencia más intensa y genuina en lasideologías políticas ulteriores.El romanticismo político ha sido acusado de haber inventado el pensamiento racial de la mismamanera que ha sido y podría haber sido acusado de haber inventado cualquier otra posible opiniónirresponsable. Adam Mueller y Friedrich Schlegel son, al respecto, representativos en el más altogrado de una falta general de seriedad <strong>del</strong> pensamiento moderno en el que prácticamente casicualquier opinión puede afirmarse temporalmente. Ninguna cosa real, ningún acontecimientohistórico, ninguna idea política se hallaban libres de esa manía que alcanzaba a todas partes y quedestruía todo, mediante la cual estos primeros literati podían siempre hallar oportunidades nuevas yoriginales para opiniones nuevas y fascinantes. «El mundo tiene que ser romantizado», comoNovalis escribió, deseando «conferir un elevado sentido a las cosas corrientes, una misteriosaapariencia a lo ordinario, la dignidad de lo desconocido a las cosas bien conocidas» 23 . Uno de estosobjetos sometidos al proceso <strong>del</strong> romanticismo fue el pueblo, un objeto que podía ser convertidoinmediatamente en el Estado, la nobleza que —en <strong>los</strong> primeros días— pudiera pasar por las mentesde uno de aquel<strong>los</strong> intelectuales o que —más tarde, cuando al envejecer aprendieron la necesidad deganarse la vida diariamente— resultara que era lo que les ordenaba quien les pagase 24 . Por esoresulta casi imposible estudiar el desarrollo de cualquiera de estas libres opiniones en competencia,de las que se halla tan sorprendentemente repleto el siglo XIX, sin encontrar al romanticismo en suversión alemana.Lo que estos primeros intelectuales modernos preparaban realmente no era tanto el desarrollo deuna sola opinión, sino la mentalidad general de <strong>los</strong> modernos estudiosos alemanes; estosdemostrarían ulteriormente, y más de una vez, que apenas puede hallarse una ideología a la que noestuvieran dispuestos a someterse si estaba en juego la única realidad —a la que incluso unromántico difícilmente puede despreciar—, la realidad de su posición. Merced a su ilimitadaidolatría de la «personalidad» <strong>del</strong> individuo, cuya misma arbitrariedad se convierte en prueba degenio, el romanticismo proporciona el más excelente pretexto para este comportamiento peculiar.Todo lo que sirviera a la llamada productividad <strong>del</strong> individuo, es decir, al juego enteramentearbitrario de sus «ideas», podía convertirse en centro de toda una visión de la vida y <strong>del</strong> mundo.Este cinismo inherente a la romántica adoración de la personalidad ha hecho posible ciertasmodernas actitudes de <strong>los</strong> intelectuales. Están muy bien representadas por Mussolini, uno de <strong>los</strong>últimos herederos <strong>del</strong> movimiento, cuando se describe a sí mismo siendo al mismo tiempo«aristócrata y demócrata, revolucionario y reaccionario, proletario y antiproletario, pacifista yantipacifista». El implacable individualismo <strong>del</strong> romanticismo nunca aspiró a nada más serio que laidea de que «cualquiera es libre de crear para sí mismo su propia ideología.» Lo que fue nuevo en elexperimento de Mussolini es el «intento de lograrlo con toda la energía posible» 25En razón de su «relativismo» inherente puede ser casi totalmente desechada la contribucióndirecta <strong>del</strong> romanticismo al desarrollo <strong>del</strong> pensamiento racial. En el juego anárquico cuyas reglasautorizan a cualquiera y en cualquier tiempo a expresar al menos una opinion personal y arbitraria,es casi corriente que sea formulada y debidamente impresa cada opinión concebible. Mucho más23 «Neue Fragmentensammiung» (1798), en Schriften, Leipzig, 1929, tomo II, página 335.24 Por lo que se refiere a la actitud romántica en Alemania, véase CARL SCHMITT, Politische Romantik, Munich,1925.25 MUSSOLINI, «Relativismo e Fascismo», en Diuturna, Milán, 1924. Cita de F. NEUMANN, Behemoth, pp. 462-463.

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