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Hannah Arendt L o s o r í g e n e s d e l t o t a l i t a r i s m o 16Cuando en 1958 apareció la segunda edición (de bolsillo), estaba ya disponible en bibliotecas yarchivos mucho más material documental y de otro género, referente al régimen nazi. Lo que yoentonces aprendí era suficientemente interesante, pero apenas exigía cambios sustanciales tanto enel análisis como en el argumento de mi estudio original. Parecía aconsejable realizar numerosasadiciones y sustituciones de citas en las notas, y el texto fue considerablemente ampliado. Peroestos cambios eran todos de naturaleza técnica. En 1949, <strong>los</strong> documentos de Nuremberg eranconocidos sólo parcialmente y en su traducción inglesa, y gran número de libros, folletos y revistas,publicados en Alemania entre 1933 y 1945, no estaban todavía disponibles. Además, tuve en cuentaen cierto número de adiciones algunos de <strong>los</strong> más importantes acontecimientos tras la muerte deStalin —la crisis de sucesión y el discurso de Kruschev ante el XX Congreso <strong>del</strong> Partido—, asícomo nueva información sobre el régimen de Stalin obtenida de nuevas publicaciones. Así es querevisé la Tercera Parte y el último capítulo de la Segunda Parte, mientras que la Primera Parte,referente al antisemitismo, y <strong>los</strong> primeros cuatro capítu<strong>los</strong> sobre el imperialismo permanecíaninalterados. Por otro lado, existían ciertos atisbos de una naturaleza estrictamente teórica, que yo noposeía cuando concluí el manuscrito original, terminado con unas «Observaciones concluyentes»que eran más bien inconclusivas. El último capítulo de esta edición, «Ideología y terror», reemplazóa aquellas «Observaciones», que, hasta el grado en que todavía eran válidas, fueron trasladadas aotros capítu<strong>los</strong>. En la segunda edición yo había añadido un Epílogo en el que examinababrevemente la introducción <strong>del</strong> sistema ruso en <strong>los</strong> países satélites y la revolución húngara. Esteexamen, escrito mucho más tarde, era diferente en su tono, ya que se refería a acontecimientoscontemporáneos y se tornó anticuado en muchos detalles. Ahora lo he eliminado, y éste es el únicocambio sustancial de esta edición en comparación con la segunda (la de bolsillo).Resulta obvio que el final de la guerra no significó el final <strong>del</strong> Gobierno totalitario en Rusia. Alcontrario, fue seguido por la bolchevización de Europa oriental, es decir, la extensión <strong>del</strong> Gobiernototalitario, y la paz no ofreció más que un significativo punto de inflexión desde el que analizar lassimilaridades y diferencias en métodos e instituciones de <strong>los</strong> dos regímenes totalitarios. Lo que fuedecisivo no fue el final de la guerra, sino la muerte de Stalin ocho años más tarde.Retrospectivamente parece que esta muerte no fue simplemente seguida por una crisis de sucesión yun «deshielo» temporal hasta que hubiera logrado afirmarse un nuevo líder, sino por un auténtico,aunque nunca inequívoco, proceso de destotalitarización. Por eso, desde el punto de vista de <strong>los</strong>acontecimientos, no había razón para actualizar ahora esta parte de mi obra; por lo que a nuestroconocimiento <strong>del</strong> período en cuestión se refiere, no ha cambiado drásticamente lo suficiente paraexigir extensas revisiones y adiciones. En contraste con Alemania, donde Hitler empleóconscientemente su guerra para desarrollar y, valga decir, perfeccionar el Gobierno totalitario, elperíodo de la guerra en Rusia fue un período de suspensión temporal de la dominación total. Paramis propósitos son de máximo interés <strong>los</strong> años desde 1929 a 1941 y posteriormente de 1945 a 1953,y nuestras fuentes para estos períodos son tan escasas y de la misma naturaleza que lo eran en 1958e incluso en 1949. Nada ha sucedido, ni es probable que suceda en el futuro, que pueda presentarsecon el mismo inequívoco final de la historia o las mismas pruebas horriblemente claras eirrefutables con que documentarlo como sucedió en el caso de la Alemania nazi.La única adición importante para nuestro conocimiento, el contenido <strong>del</strong> Archivo de Smolensko(publicado en 1958 por Merle Fainsod) ha demostrado hasta qué punto seguirá siendo decisiva paratodas las investigaciones sobre este período de la historia rusa la escasez de la más elementaldocumentación y de material estadístico. Porque aunque <strong>los</strong> archivos (descubiertos en la sede <strong>del</strong>partido en Smolensko por <strong>los</strong> servicios alemanes de información y capturados luego en Alemaniapor las fuerzas de ocupación americanas) contienen unas 200.000 páginas de documentos y sehallan virtualmente intactos en lo que se refiere al período comprendido entre 1917 y 1938, lacantidad de información que no nos pueden proporcionar es verdaderamente sorprendente. Inclusocon «una casi inabarcable abundancia de material sobre las purgas» desde 1929 a 1937, noEl resultado es que se ha despreciado gran parte de un material muy interesante. El libro mencionado en la nota unoconstituye una muy grata excepción a la regla.

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