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Hannah Arendt L o s o r í g e n e s d e l t o t a l i t a r i s m o 315CAPÍTULO XIIEL TOTALITARISMO EN EL PODERCuando un movimiento, internacional por su organización, omnicomprensivo por su alcanceideológico y global por su aspiración política, conquista el poder en un país, se coloca él mismo enuna situación paradójica. Al movimiento socialista se le ahorró esta crisis, en primer lugar, porquela cuestión nacional —y esto significaba el problema estratégico implicado en la revolución— fuecuriosamente desdeñada por Marx y Engels y, en segundo lugar, porque se enfrentó con problemasgubernamentales sólo después de que la primera guerra mundial hubiera privado a la IIInternacional de su autoridad sobre <strong>los</strong> miembros nacionales, que en todas partes habían aceptadocomo un hecho inalterable la primacía de <strong>los</strong> sentimientos nacionales sobre la solidaridadinternacional. En otras palabras, cuando llegó el momento en que <strong>los</strong> movimientos socialistasconquistaron el poder en sus respectivos países, ya se habían transformado en partidos nacionales.Esta transformación jamás se operó en <strong>los</strong> movimientos totalitarios, bolchevique y nazi. En laépoca en que se apoderaron <strong>del</strong> poder, el peligro para el movimiento descansaba, por un lado, en elhecho de que podía tornarse «osificado» al ocupar la maquinaria <strong>del</strong> Estado y congelado en formade un gobierno absoluto 1 , y en que, por otro, su libertad de movimiento podía quedar limitada porlas fronteras <strong>del</strong> territorio en el que había llegado al poder. Para un movimiento totalitario, ambospeligros son igualmente mortales: una evolución hacia el absolutismo pondría fin al impulso interno<strong>del</strong> movimiento y una evolución hacia el nacionalismo frustraría su expansión exterior, sin la cualno puede sobrevivir el movimiento. La forma de Gobierno que estos dos movimientosdesarrollaron, o, más bien, que casi automáticamente se desarrolló partiendo de su doblereivindicación <strong>del</strong> dominio total y de la gobernación global, se halla mejor caracterizada por elslogan de Trotsky de la «revolución permanente», aunque la teoría de Trotsky no era más que unapredicción socialista de una serie de revoluciones, desde la burguesa antifeudal a la proletariaantiburguesa, que se extenderían de un país a otro 2 . Sólo que el mismo término sugiere«permanencia», con todas sus implicaciones semianárquicas, y es, estrictamente hablando, unadenominación equivocada; sin embargo, incluso Lenin se mostró más impresionado por el términoque por su contenido teórico. En la Unión Soviética, en cualquier caso, las revo luciones, en formade purgas generales, se convirtieron en una institución permanente <strong>del</strong> régimen de Stalin a partir de1934 3 . Aquí, como en otros casos, Stalin concentró sus ataques sobre el medio olvidado slogan de1 Los nazis comprendieron perfectamente que la conquista <strong>del</strong> poder podía conducir al establecimiento <strong>del</strong> absolutismo.«Pero el nacionalsocialismo no se ha colocado en vanguardia en la lucha contra el liberalismo para atascarse de nuevoen el absolutismo y comenzar otra vez el juego» (WERNER BEST, Die deutsche Polizei, página 20). La advertenciaaquí expresada, como en otros incontables lugares, va dirigida contra la reivindicación absolutista <strong>del</strong> Estado.2 La teoría de Trotsky, formulada por vez primera en 1905, no difería, desde luego, de la estrategia revolucionaria detodos <strong>los</strong> leninistas, a cuyos ojos «la misma Rusia era simplemente el primer terreno, el primer baluarte, de larevolución internacional: sus intereses tenían que quedar subordinados a la estrategia supernacional <strong>del</strong> socialismomilitante. Por el momento, sin embargo, las fronteras de Rusia y <strong>del</strong> socialismo victorioso eran las mismas» (ISAACDEUTSCHER, Stalin. A Political Biography, Nueva York y Londres, 1949, p. 243).3 El año 1934 es significativo en razón <strong>del</strong> nuevo estatuto <strong>del</strong> partido, anunciado en el XVII Congreso <strong>del</strong> Partido, queestablecía que, «para la sistemática limpieza <strong>del</strong> partido, tienen que (ser) realizadas purgas... periódicas» (Cita de A.AVTORIANOV, «Social Differentiation and Contradictions in the Party», Bulletin of the Institute for the Study of theUSRR, Munich, febrero, 1956). Las purgas <strong>del</strong> partido durante <strong>los</strong> primeros años de la Revolución Rusa no tuvieronnada en común con su ulterior perversión totalitaria en instrumento de inestabilidad permanente. Las primeras purgasfueron realizadas por comisiones locales de control ante un foro abierto al que tenían libre acceso <strong>los</strong> miembros y <strong>los</strong>que no eran miembros <strong>del</strong> partido. Fueron concebidas como un órgano de control democrático contra la corrupción buro

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