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arendt-hannah-los-origenes-del-totalitarismo

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Hannah Arendt L o s o r í g e n e s d e l t o t a l i t a r i s m o 296de una fisonomía «aria» (Himmler acostumbraba a seleccionar a <strong>los</strong> aspirantes al ingreso en las SSexaminando sus fotografías) y la cantidad de alimentos <strong>del</strong> número de <strong>los</strong> abue<strong>los</strong> judíos de cadauno, era como poner en tela de juicio la existencia <strong>del</strong> mundo.Las ventajas de una propaganda que constantemente «suma el poder de una organización» 58 a ladébil e insegura voz de la argumentación y que por eso actúa, por así decirlo, con el incentivo <strong>del</strong>momento, sea lo que diga, resultan obvias más allá de toda demostración. A prueba de argumentosbasados en una realidad que <strong>los</strong> movimientos prometen cambiar, ante una contrapropagandadescalificada por el simple hecho de que pertenece o defiende a un mundo que las masasdesamparadas no pueden ni quieren aceptar, sólo puede quedar desautorizada por una realidad másfuerte o mejor.Es en el momento de la derrota cuando se torna visible la debilidad inherente a la propagandatotalitaria. Sin la fuerza <strong>del</strong> movimiento, sus miembros dejan automáticamente de creer en el dogmapor el que ayer todavía estaban dispuestos a sacrificar sus vidas. En el momento en que elmovimiento, es decir, el mundo ficticio que les albergaba, queda destruido, las masas revierten a suantiguo status de individuos aislados que, o bien aceptan felizmente su nueva función en un mundotransformado, o bien se sumen en su antigua y desesperada superfluidad. Los miembros de <strong>los</strong>movimientos totalitarios, profundamente fanáticos mientras que existe el movimiento, no siguen elejemplo de <strong>los</strong> fanáticos religiosos y sufren la muerte de <strong>los</strong> mártires (aunque existan algunosdemasiado dispuestos a sufrir la muerte de robots) 59 . Más bien renuncian tranquilamente almovimiento como a una apuesta fallida y buscan en torno de sí otra ficción prometedora o aguardana que la antigua ficción recobre fuerza suficiente como para establecer otro movimiento de masas.La experiencia de <strong>los</strong> aliados que trataron vanamente de localizar un nazi autoconfesado yconvencido entre el pueblo alemán, <strong>del</strong> que un 90 por 100 había sido probablemente sincerosimpatizante en un momento u otro, no puede ser considerada simplemente como el descubrimientode un signo de debilidad humana o de oportunismo grosero. El nazismo como ideología había sidotan completamente «realizado» que su contenido dejó de existir como cuerpo independiente dedoctrinas, perdió su existencia intelectual, por así decirlo; por ello, la destrucción de la realidad nodejó casi nada tras de sí, y menos que nada, el fanatismo de <strong>los</strong> creyentes.2. ORGANIZACIÓN TOTALITARIALas formas de la organización totalitaria, diferenciadas de su contenido ideológico y de susslogans propagandísticos, son completamente nuevas 60 . Están concebidas para traducir las mentiraspropagandísticas <strong>del</strong> movimiento, tejidas en torno a una ficción central —la conspiración de <strong>los</strong>judíos, la de <strong>los</strong> trotskystas, o las trescientas familias, etc.— en una realidad actuante, paraconstruir, incluso bajo circunstancias no totalitarias, una sociedad cuyos miembros actúen yreaccionen según las normas de un mundo ficticio. En contraste con <strong>los</strong> partidos aparentementesimilares y con <strong>los</strong> movimientos fascistas o socialistas, de orientación nacionalista o comunista,todos <strong>los</strong> cuales respaldan su propaganda con el terrorismo tan pronto como han alcanzado un ciertogrado de extremismo (lo que depende principalmente <strong>del</strong> grado de desesperación de sus miembros),el movimiento totalitario es realmente serio acerca de su propaganda y esta seriedad es expresadamucho más aterradoramente en la organización de sus seguidores que en la liquidación física de sus58 HADAMOVSKY, op. cit., p. 21. Para <strong>los</strong> fines totalitarios constituye un error propagar su ideología mediante laenseñanza o la persuasión. En palabras de ROBERT LEY, no puede ser ni «enseñada» ni «aprendida», sino sólo«ejercida» y «practicada» (véase Der Weg zur Ordensburg, sin fecha).59 R. HOEHN, uno de <strong>los</strong> teóricos nazis relevantes, interpretó esta falta de una doctrina e incluso de un haz de ideales ycreencias <strong>del</strong> movimiento en su Reichsgemeinschaft und Volksgemeinschaft: «Desde el punto de vista de unacomunidad po pular, cada comunidad de valores resulta destructiva» (p. 83).60 Hitler, hablando sobre la relación entre Weltanschauung y organización, admitió como cosa corriente que <strong>los</strong> nazistomaron de otros grupos y de otros partidos la idea racial (die völkische Idee) y actuaron como si fueran <strong>los</strong> únicosrepresentantes de ésta, porque fueron <strong>los</strong> primeros en basar en ella una organización combativa y en formularla confines prácticos (op. cit., libro II, cap. V).

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